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Uno de los mandantes de una ejecución ocurrida en Salto del Guairá en febrero pasado incluso está señalado de haber sido el autor de la desaparición de un conocido compositor brasileño en San Pablo. Ambos casos, la muerte por sicariato en Salto y la desaparición en Brasil habrían sido por orden de un conocido “empresario” de San Alberto.
Llamativamente, ningún caso hasta ahora fue aclarado por la Policía y la Fiscalía, generando una gran preocupación en la ciudadanía honesta de la región.
El departamento de Canindeyú, y en especial la población de la denominada “zona alta”, está caracterizada por la laboriosidad de su gente. En la frontera los comerciantes en sus tiendas y en el campo los productores de granos y los ganaderos, cada sector en lo suyo.
Si bien la extensa región con frontera seca y húmeda es propicia para el cobijo de todo tipo de delincuentes, especialmente los criminales brasileños forajidos de las cárceles de su país y los integrantes de las facciones criminosas del Comando Vermelho y del PCC, en toda esta región existe un pacto sagrado: No al derramamiento de sangre.
Por tanto, el sicariato, los ajustes de cuentas a balazos y hechos afines no son (o no eran) la regla en la zona. Ese pacto no escrito representa que la sociedad ordena que las autoridades policiales, fiscales y judiciales deben actuar con inclemencia contra aquellos que osan quebrantar la paz de la región.
Ojalá los jefes policiales, los fiscales y los mandamases de la justicia de Canindeyú depongan actitudes suspicaces, con gran tufo a complicidad, y se pongan del lado de la sociedad y cumplan su deber, antes de que definitivamente la región se convierta en una sucursal de Pedro Juan Caballero.