Subdesarrollo de la pedagogía

El “Primer Acuerdo” del Comité Estratégico para el diseño de estrategias de la Transformación Educativa ha puesto al descubierto el bajo nivel de la Pedagogía con la que trabajan las autoridades educativas, el MEC, el Comité Estratégico y en general el sistema educativo y los conductores de los procesos educativos en nuestro país. Son varios los indicadores que desnudan el subdesarrollo pedagógico.

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El primer indicador es la baja calidad del mismo documento. Como comenté el lunes pasado en esta columna de opinión del diario ABC Color, es increíble que 21 profesionales y/o especialistas de educación, más dos universidades extranjeras y siete entre ministros y viceministros, después de cuatro años de trabajo, entreguen a la ciudadanía un documento tan pobre y ciego, que no ve los problemas más graves y desafiantes que deben encarar las principales políticas educativas.

El documento reconoce el bajo nivel de nuestra pedagogía al proponer como política el desarrollo profesional de nuestros educadores profesionales, llamados docentes, pero no profundiza en las causas eficientes de esta gravitante realidad, causas que no están en la falta de instituciones formadoras de educadores profesionales, ya que tenemos cuarenta Institutos de Formación Docente (IFD), además de no pocas Facultades de Ciencias de la Educación o equivalentes en universidades e Institutos Superiores.

Al describir la política “Apropiación de la ciencia y la tecnología en el ámbito de la educación”, se añade la “innovación”, al mismo nivel y con el mismo tratamiento, como si la innovación fuera otra disciplina o área del saber. En una sola, en la misma política, se incluyen realidades de muy diferente naturaleza, cuyo objeto, objetivos y metodologías en sí y para la “apropiación o empoderamiento” son totalmente diversos. Es evidente que quienes proponen esta mezcla en una política educativa no entienden ni manejan la pedagogía.

La innovación educativa etimológicamente significa “acción de introducir lo nuevo” e implica la ejecución de un cambio significativo o en los contenidos o en la metodología o en la didáctica o en los objetivos o, por su intrínseca relación, en todo ello, dentro del proceso educativo de enseñanza-aprendizaje.

La ignorancia o el error pedagógico aparece más claramente, todavía cuando en este documento al definir la meta de esta política se dice que “al 2030 los actores educativos incorporan la ciencia, la tecnología y la innovación en su labor cotidiana”. ¿Todos los días tienen que hacerse cambios significativos en los elementos componentes de los procesos de enseñanza-aprendizaje? Imaginamos que el documento quiere decir que los actores educativos deben tener permanentemente la actitud de predisposición favorable a incorporar lo nuevo, siempre que lo nuevo sea mejor que lo anterior y contribuya al proceso verdaderamente educativo de la enseñanza-aprendizaje pertinente. Pero eso no es lo que dice el documento, al que se le debe exigir precisión de conceptos por sus extraordinarias pretensiones y sus muy altos costos.

La pedagogía es ciencia y práctica de la educación. La pedagogía activa de nuestro sistema educativo y de los procesos educativos se basa en la práctica y su nivel como ciencia es prácticamente nulo. No tenemos pedagogía científica. Por no tener ciencia en la pedagogía de nuestro sistema educativo y en los procesos educativos, el Ministerio de Educación y Ciencias ni siquiera ha sido capaz de definir las ciencias auxiliares básicas e ineludibles para poder construir un sistema verdadera y sólidamente educativo. No existe en la base de nuestro sistema ninguna antropología definida, con lo cual se llenan las cabezas de los estudiantes de conocimientos sin saber qué tipo o modelo de varón y mujer se está formando.

No existe ninguna sociología pedagógica que defina qué modelo de sociedad queremos que los alumnos lleguen a constituir cuando egresen del sistema.

No está definida la filosofía de la educación, que fundamente lo que se está haciendo para educar a los niños, adolescentes, jóvenes y adultos paraguayos.

Quedamos frustrados y escandalizados, porque los autores y responsables del Primer Acuerdo no solo no transforman el nada científico sistema actual, sino que con sus ocho políticas confirman el subdesarrollo pedagógico. Ninguna de las insuficientes políticas podrá ejecutarse eficientemente si previa o simultáneamente no se promueve la política de desarrollo pedagógico, con inclusión de la pedagogía científica.

jmonterotirado@gmail.com

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