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Pero acá lo interesante de esta cita sur-sur no es que Milei haya desairado al bloque, sino que ante el estancamiento -por no decir imposibilidad- de cerrar el acuerdo de asociación con la Unión Europea se abren a nuevas perspectivas poniendo en el punto de mira a países de Medio Oriente -con Emiratos Árabe Unidos ya se avanzó con una primera mesa de negociaciones- y el Asia, desde donde ya se manifestó interés especial -Japón y Corea del Sur- por explorar pactos de gran potencial económico.
Tocando la puerta está la República Popular de China, el jugador asiático que le falta al Mercosur en su plan de proyectar nuevos acuerdos de asociación comercial extra zona y todo apunta a que en la 64° cumbre sureña este actor será protagonista.
Ninguno de los miembros del bloque regional, y esto incluye ahora ya a Bolivia, ha dicho que no -ni cerró las puertas- a un eventual pacto con China, la segunda mayor economía mundial.
Se podría pensar que la Argentina de Milei pondría resistencia, pero resulta que el Gobierno de Xi Jinping lo espera en Pekín tras la confirmación (sin fecha) de una visita de Estado y eso sin contar la cuantiosa deuda que tiene Argentina con China. A estas alturas pocos dudan o subestiman la habilidad “seductora” de China.
Uruguay, que asume la conducción semestral de la unión, viene urgiendo una alianza con el gigante asiático y ya anunció que hará campaña para propiciar acercamientos.
La cancillería de Brasil la semana pasada se allanó al discurso uruguayo y apuntó que “no habría ningún problema en abrir conversaciones con China si vamos todos juntos” en línea con lo ya anticipado el año pasado por el presidente Lula da Silva tras ser recibido por Xi a toda pompa, quien tampoco descartó la idea de tener al bloque entero.
El presidente boliviano Luis Arce fue claro en la cumbre de diciembre pasado. Dijo: “también vemos a China como una muy buena opción para avanzar hacia el desarrollo”.
De momento la posición de Paraguay, con Santiago Peña, es ambigua, presionado por su vínculo con Taiwán y al que -en términos futbolísticos- debe plantearle un mejor partido.
El escenario mercosuriano no podría ser mejor para nuestro país. Podría quedar bien con “Dios y con el Diablo”. Pero habrá que dejarse de rodeos porque de todas maneras Paraguay acabará por sucumbir ante la presión de las principales economías de Sudamérica que al fin y al cabo inclinan la balanza en Mercosur hacia sus intereses.