Mujeres osadas que, con mente creativa, cambiaron la escoba por una pluma

Cuando estalló el éxito Harry Potter, los lectores querían saber quién era su creador; lo que no se imaginaron fue que usaba falda y era una mujer. Muchas damas tuvieron que escribir sus obras y publicarlas bajo la sombra de un seudónimo masculino.

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Inventar un sobrenombre de varón para que puedas tener la libertad de escribir una novela romántica o de ficción, en nuestro tiempo, parecerá la escena de una película de Hollywood. Sin embargo, a lo largo de la historia, hubo mujeres que redactaron sus obras a escondidas por varios motivos, ya que solo los hombres podían hacerlo públicamente y no era un pasatiempo bien visto para las damas.

Tras el éxito de la saga de Harry Potter, muchos pensaron que su creador era un hombre, pues en la tapa de los libros aparecía las iniciales J.K. y el apellido Rowling. Grande fue la sorpresa de los lectores al saber que esas páginas fueron hechas por la escritora inglesa Joanne Kathleen Rowling. La misma tuvo que ocultarse detrás de la máscara del seudónimo a pedido de sus editores, pues pensaron que los niños nunca comprarían un libro escrito por una mujer.

La novelista Virginia Woolf fue otra dama que se atrevió a reemplazar la aguja por una pluma. En su obra Una habitación propia (1929), expresa: “Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción”. Este ensayo es uno de los textos más citados del movimiento feminista, en el cual describe las dificultades que atravesaban las señoritas para consagrarse en la escritura, un mundo dominado, en ese entonces, por el género masculino.

A pesar de los obstáculos que aparecieron en el camino de estas escritoras, como el hecho de pertenecer al género femenino, a ellas no les importó y, con audacia, además del talento, lograron sobresalir en el mundo de las letras.

La escritora inglesa Jane Austen también se vio obligada a esconder sus narraciones cada vez que alguien se acercaba a ella. Cuando publicó su libro Sensatez y sentimientos, utilizó el seudónimo de Una novela de una dama. El uso de los sobrenombres por parte de las chicas era muy frecuente en el siglo XIX, pues la sociedad no toleraba que ellas escribieran. Es por ello que, en sus obras, Austen reivindicaba el papel de la mujer injustamente relegada.

Detrás de una atrapante historia de romance o terror, queda plasmada la increíble imaginación de sus creadores. La literatura se enriqueció notablemente gracias a que las barreras impuestas por una sociedad machista fueron derribadas por estas mujeres que escribieron, contra viento y marea, a pesar del negativo eco que retumbó en sus mentes: “Queda prohibido que redactes, solo realizá las labores del hogar”.

Es satisfactorio observar que la pluma femenina marcó un antes y un después en el mundo de las letras y esto se debe a que estas escritoras escogieron la literatura en lugar de las tareas de la casa.

Por Dahiana Galeano (19 años)

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