Esta cifra supone un incremento del 151 % con respecto a los cuatro primeros meses de 2023, según los datos por satélite recabados por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe, por sus siglas en portugués).
En abril se registraron 1.117 focos de incendio, lo que supone un incremento del 45 % con respecto al dato del mismo mes del año pasado.
El 51,3 % de los fuegos registrados el pasado abril se concentró en el estado de Roraima, fronterizo con Venezuela, y el 28,1 % en Mato Grosso, una pujante región agrícola en el sur de la selva amazónica.
De los fuegos, al menos 67 se han originado en territorios indígenas, la mayoría de ellos en las tierras Yanomami y Raposa Tierra do Sol, ambas situadas en Roraima.
El comienzo del año generalmente es la época del año con menos incendios en la Amazonía, por tratarse de la temporada con precipitaciones más abundantes.
Pero este año, según las autoridades, las lluvias han sido menores de lo esperado en varias zonas de la selva debido al fenómeno meteorológico El Niño.
Los incendios han destruido 2,6 millones de hectáreas en la Amazonía brasileña entre enero y marzo, según los cálculos más recientes de la plataforma Mapbiomas, una red conformada por decenas de universidades, ONG y empresas de tecnología, que monitorizan la deforestación en los distintos ecosistemas de Suramérica.
Esa área destruida supone un incremento del 254 % con respecto al primer trimestre del año precedente, según los datos de Mapbiomas.
En los tres primeros meses del año, la selva amazónica controlada por Brasil perdió 492 kilómetros cuadrados de vegetación, lo que supone un descenso del 41,8 % con respecto al mismo período del año anterior, según datos oficiales.
Una de las principales promesas medioambientales del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, es detener completamente la deforestación de la Amazonía hasta 2030.