El cerebro, el instinto y la memoria

Según la Teoría de la Evolución, nuestro cerebro refleja la historia de su pasado en su estructura. Los reptiles que vivieron hace unos 300 millones de años tenían cerebros responsables primordialmente del instinto, el movimiento y funciones básicas tales como el olfato y la vista. Las partes de su cerebro aún se reflejan en el nuestro, en el cerebelo y el tallo cerebral, las áreas de nuestras funciones autonómicas y el movimiento básico.

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Hace unos 200 millones de años, los mamíferos desarrollaron cerebros que añadieron memoria y comportamiento emocional a sus características de reptiles. En nuestro cerebro, esas características corresponden a un grupo de estructuras en medio del cerebro conocidas como sistema límbico. Este es la sede de nuestra memoria y nuestras emociones.

El cerebro humano moderno

Hace aproximadamente un millón y medio de años, los sesos de nuestros ancestros humanos empezaron a crecer notablemente. Crecieron hacia afuera en capas a medida que el cerebelo y su corteza arrugada empezaron a rodear las partes más antiguas de nuestro cerebro. Este crecimiento empujó hacia afuera a los huesos de nuestro cráneo creando la frente alta y la cabeza en forma de domo. Estas zonas controlan el pensamiento y el lenguaje. Todavía conservamos los pasos evolutivos que formaron nuestro cerebro. Dependemos de nuestro sistema autonómico, de nuestra capacidad para movernos, de nuestra memoria y nuestras emociones, así como del pensamiento y la comunicación.

El Cerebro: Nuestro Universo interior.

Los recuerdos van a parar al cerebro de forma que una vez que han llegado se fragmentan para poder separarse tomando cada parte un camino distinto hacia un lugar diferente donde serán almacenados. En esta función los neurotransmisores tienen una función muy importante, ya que son los encargados de controlar el almacenaje de la memoria. En las ramificaciones del sistema nervioso, encontramos unas vesículas y es allí donde encontramos los neurotransmisores. Las células se comunican mediante espasmos sinápticos, formando sinapsis.

Desde las ramificaciones salen los neurotransmisores al abrirse las vesículas, y caen en los receptores. Estos se encargan de dejar pasar iones que pueden activar algunas enzimas y pueden formar junto con otras una reacción en cadena, reforzando las conexiones. Algo fundamental para que la sinapsis se pueda realizar es el potasio.

Al investigar sobre la memoria, nos encontramos con el hipocampo, donde se concentra una gran actividad. Llegamos a encontrar allí unos 40 millones de células nerviosas, que vienen a ser las que almacenan en la memoria todo lo que proviene de los sentidos. Pero esta información no puede ser procesada “en bruto”, por lo que debe ser simplificada antes para poder procesarla correctamente; si tomamos como ejemplo un rostro humano, no podríamos almacenar ojos, boca, nariz... sino que la simplificamos a formas geométricas más sencillas, como circulo, triángulo, etc... Una vez que el hipocampo ha recibido esta información, la adjunta a otra información que recibe de los sentidos para saber si debe o no archivarla.

El hipocampo es donde almacenamos la memoria reciente por lo que podemos tener guardados recuerdos de horas, días o años; depende del tipo de información que sea. Una vez que la memoria reciente está preparada a convertirse en memoria permanente, pasa esta información para ser almacenada por medio de señales eléctricas al cortex y es allí donde reservaremos nuestros recuerdos permanentes, la memoria lejana. Una vez que esta información ha llegado al cortex, se vuelve a fragmentar en diferentes ramificaciones de neuronas del cortex; de esta forma, si encontramos un fragmento, podríamos extraer el resto de los fragmentos para poder encontrar todo el recuerdo completo.

El cerebro y la cognición

La cognición en sí es un sistema complejo, compuesto de diversos componentes interrelacionados, los cuales se encargan de organizar y utilizar la información percibida para permitirnos ser funcionales en el ambiente. Este sistema permite que la nueva información sea organizada y almacenada; este almacenamiento de información se evoca para interpretar un procesamiento nuevo y ejecutar una respuesta (movimiento, decisión, almacenamiento) ante la nueva información.

Habilidades perceptivas y de reconocimiento.

En las habilidades perceptivas y de reconocimiento visual, la información que entra por los ojos para viajar hasta el área de la corteza encargada de recibir la información del ambiente, la percepción visual básica busca lograr la integración de características como:

El color: un mayor significado al objeto que se observa permitiendo que se realice una asociación del color y figura. La profundidad: se percibe por la diferencia de la imagen de cada ojo, por lo cual podemos percibir las características espaciales de un objeto. La figura fondo: nos permite la separación del objeto de la superficie en el que se coloca, gracias a la segmentación de los colores, la forma y la profundidad, los cuales producen la figura y separa del fondo en el que se encuentra la figura.

La constancia de la forma: permite verificar el tamaño, forma y localización de un objeto con una constancia perceptiva (sin confusión), identificando el mismo objeto en diferentes posiciones, orientaciones y tamaños.

El aprendizaje es un proceso utilizado para la adaptación, la evolución, la supervivencia, los cambios en nuestro comportamiento, la adquisición de experiencia para la obtención de nueva información. El aprendizaje se diferencia del instinto por ser este último un conjunto de patrones de conducta determinadas genéticamente.

Instinto

-Adaptación rígida, mecánica y automática

-No permite errores

-Poco eficiente para adaptarse al cambio de ambiente

Aprendizaje

-Tiende a la variabilidad

-Es confiable

-Permite cometer errores

-Eficiente para la adaptación
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