El cuidado de las mascotas

Además de significar ‘persona, animal o cosa que sirve de talismán, que trae buena suerte’, la palabra mascota designa a un animal de compañía, pudiendo ser este doméstico o silvestre.

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En efecto, las mascotas constituyen una costumbre social muy antigua y, en la mayoría de los países, el perro y el gato son las mascotas preferidas.La palabra mascota deriva del francés, mascotte, y su origen se remonta a la prehistoria, en los inicios de la domesticación de los animales. Así, las mascotas constituyen la soledad compartida.

Iniciaremos aquí una serie de artículos educativos acerca del cuidado de las mascotas, y comenzaremos con el cuidado de los perros.
El perro como mascota: el can es, desde luego, "el rey de las mascotas", y hablaremos de los cuidados que ellos se merecen en las distintas etapas de su vida.

Independientemente de las razas, diremos que el cuidado de los cachorros se inicia desde el momento en que la perra entra en celo. "El celo es un periodo de calor que tienen las hembras animales para relacionarse con el macho", pues sin esta función fisiológica, no es posible la reproducción entre ellos.Las perras comienzan a entrar en celo a partir de los seis meses de edad, como promedio, pudiendo ser antes o unos meses después. El celo se presenta dos veces en el año, o sea cada seis meses en forma normal; de ahí la gran importancia de conocer la fecha del primer celo, para que podamos tener el control de ellas en los próximos celos.

Ahora bien, en el primer celo, las perras ya pueden quedar preñadas, pero las normas fisiológicas indican que la edad apropiada para que ellas tengan su primer contacto con el macho es a los dieciocho meses.

Siendo las cosas así, al iniciarse el celo, las perras comienzan a tener una hinchazón de la vulva acompañada de una secreción hemorrágica. Esta secreción dura unos ocho días, pero en ese lapso ya despierta su atracción por los machos, y lo notamos fácilmente, pues si hay perros callejeros, estos se juntan en las puertas de la casa donde se encuentra la
candidata.

Y esto es así porque los perros huelen las feromonas de ellas desde una distancia de seiscientos metros. En ese caso, si hay acercamiento, ya pueden juntarse, pero en la mayoría de los casos no son aceptados, pues ella lo aceptará en el momento de la ovulación, que se inicia más o menos a los doce días de haber comenzado el celo. Allí, si tenemos ya el galán con el que la casaremos, comienza el dilema de si el macho debe venir junto a la hembra, o se lleva a la hembra junto al macho. Para esto no existen reglas precisas, pero puede ser indistintamente.
Entonces, una vez juntos hay casos en que la hembra rechaza al macho que le ponemos. El hecho de rechazarle significa: o que a ella no le agrada el galán, o que ella tenga un trastorno hormonal. El hecho de que la perra rechace al macho es natural, porque muchas veces ella lo elige, y eso se nota muy bien en las jaurías de perros callejeros, en las que notamos un lote importante de canes detrás de una sola perra en celo, que duran varios días, hasta que la perra acepte la cópula con uno de ellos, y no es raro notar que detrás de ella va siempre el candidato elegido, quien defiende a dentelladas su trofeo, siendo a veces el más pequeño entre todos. Este animal es mordido por todos, pero al final es el que se une con la hembra.

Ahora, volviendo atrás, una vez que ella acepte al macho, ellos deben quedarse unidos por aproximadamente media hora, pues es el requisito indispensable para que la perra quede preñada, y no hace falta que tengan relaciones más de una vez, pero tampoco se puede impedir otras relaciones si están juntos.

A partir de este momento, tendrán que pasar sesenta y tres días para que nazcan las crías.
Es importante recordar aquí que, antes del contacto o en este momento, sería importante la administración de un antiparasitario a la hembra. Aparte de esto, se le podrá dar a la madre medicamentos vitamínicos y minerales, entre los cuales serán calcio, hierro, vitamina B12, acido fólico, y resulta imprescindible que cuando la perra tenga cuarenta días de embarazo, hay que aplicarle una vacuna de las que se usan para las enfermedades de los cachorros; de este modo, al nacer las crías, la madre les traspasará los anticuerpos necesarios para que estos estén protegidos por dos meses, antes de que se les apliquen las primeras vacunas.

Al llegar al final del embarazo, la perra comenzará a llevar papeles o trapos con el fin de preparar el nido para parir; y llegado el momento, comenzará a inquietarse y a agitarse mucho. Esta agitación puede ser corta o durar un día. Posteriormente, ella se calmará, se acostará y comenzarán las contracciones del parto. Los perritos podrán nacer de inmediato, uno detrás de otro, o nacerán todos en 24 horas. Si al tener contracciones los cachorros no nacen, en pocas horas es necesario recurrir al veterinario.

Las buenas madres limpian a sus bebés rápidamente, se comen la placenta, y los acomoda cerca de sus pezones para que ellos se prendan de inmediato y comiencen a mamar.

Si la madre no los limpia, debemos limpiarles nosotros de la siguiente manera: Tomamos a cada cachorrito envuelto en su placenta, se la sacamos y con una tijera desinfectada en alcohol le cortamos el cordón umbilical a unos dos centímetros de su origen; luego, con una toalla, le secamos totalmente y le aplicamos con un algodón tintura de yodo en el ombligo y lo ponemos cerca de los pezones.

De aquí en más, la madre no abandonará a sus cachorros por unos días, ni siquiera para tomar agua; si algunas madres se levantaran, pronto volverán nuevamente a cuidar a sus cachorritos.

Si después del parto, la madre estuviera muy sucia, se le bañará bien, pues la suciedad atrae a las moscas. Al mes, los cachorros serán separados de la madre y se irán a sus respectivos hogares.

Los cachorros separados tendrán que aprender a alimentarse del plato, pudiendo ser al inicio leche o balanceado mezclado con leche.
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