El crecimiento continuo de las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo ha ocasionado fenómenos climáticos anormales y extremos, tales como olas de calor, sequías y catastróficas lluvias torrenciales. Estos fenómenos no son solo abstractos escenarios futuros, sino que están ocurriendo hoy en todos los rincones del planeta.
El calentamiento global y el fenómeno de El Niño han contribuido a que se produzcan temperaturas récord y fenómenos meteorológicos extremos en todo el mundo. En julio de este año, las temperaturas medias globales tomadas tanto sobre superficies terrestres como oceánicas fueron las más altas para cualquier mes en 137 años de registros. En junio, la temperatura en Taipéi alcanzó los 38,7 grados centígrados, la más alta en un siglo. Otra anomalía reciente es una marcada disminución en la frecuencia de la lluvia constante. En cambio, hemos sufrido una serie de aguaceros torrenciales que han causado numerosas inundaciones, dañando significativamente infraestructuras, ecosistemas y cultivos. Cada vez resulta más evidente que el cambio climático ya está sucediendo. Si no tomamos medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero ahora, vamos a terminar pagándolo más caro después.