La ciencia y los estereotipos de género

MADRID. En la ciencia también hay sesgo de género y justamente esto ha legitimado algunos estereotipos, como que ellos tienden a dominar por tener generalmente mayor tamaño o que ellas son “menos promiscuas”, teorías que en parte se siguen aceptando.

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Así lo señaló a Efe la divulgadora científica y presentadora en la BBC Angela Saini, quien acaba de publicar en español “Inferior” (editorial Círculo de Tiza), un libro en el que, con una mirada periodística, recoge el debate todavía latente –afirma– entre los que denuncian el sesgo de género en los laboratorios y los que avalan antiguas teorías.

Y es que, para esta escritora, no se trata solo de explicar de qué son capaces las mujeres sino, sobre todo, de aclarar por qué la ciencia “no ha sabido librarnos de estereotipos de género y de los peligrosos mitos que permanecen en vigor desde hace siglos”.

La lucha por lograr “la objetividad esperada” de la ciencia y con la que derribar estos mitos sobre las supuestas diferencias naturales entre sexos es para Saini “ la última frontera del feminismo”, en tanto que “puede acabar con la mayor barrera que aún se yergue entre las mujeres y la plena igualdad: la de nuestras propias mentes”.

“No podemos aceptar una cosa solo porque encaje con nuestras premisas; hay que desafiar nuestros esquemas de pensamiento por completo”, asegura esta divulgadora, quien añade que la ciencia consiste precisamente en esto, en cuestionarnos permanentemente. Para ello, la autora entrevista a especialistas de opiniones dispares y pone en el punto de mira algunas de las creencias más arraigadas a nuestra cultura, así como otras ya casi descartadas, como la teoría de la “inferioridad intelectual” de las mujeres, que incluso defendió en el siglo XIX el naturalista Charles Darwin.

Confiesa que a lo largo de su trayectoria académica –posee un máster de ingeniería por la Universidad de Oxford–, ella ha sido a menudo la única chica en el aula y al final le hicieron creer que, “en una carrera de hombres, era de alguna forma una excepción”.

Gracias a “Inferior” , con el que ganó en 2017 el premio Physics World Book of the year, Saini asegura haber aprendido que “en realidad la diferencia entre sexos es mínima” y que las reglas que dictan cómo deben relacionarse hombres y mujeres “tienen mucho más que ver con la sociedad que con la biología”.

El libro refleja también la frustración de las científicas que han contra-argumentado premisas tan asentadas como que las mujeres son más “castas” por naturaleza, como hizo la bióloga Patricia Gowaty, que pese a evidenciar el error en esta teoría no consiguió que la comunidad científica tuviera su estudio en consideración.

Según esta experta en biología evolutiva, quien rebatió el experimento del genetista que sugirió que las hembras son “menos promiscuas” tras observar el comportamiento sexual de las moscas –Angus Bateman–, “la gente se aferra al Principio de Bateman al margen de que los datos sean correctos o no”.

En este sentido, Saini insiste en que “la ciencia está para pensar objetivamente en las cosas”, aunque admite que el sesgo es a veces inevitable siempre que “unos humanos estudian a otros humanos”.

Otra de las investigadoras entrevistadas es la primatóloga Amy Parish, quien recalca que los grandes simios “le han devuelto la fe en el movimiento feminista” y considera que estos “no son solo una ventana hacia nuestro pasado: también pueden ser un ejemplo de cómo podríamos vivir en el futuro”.

Su trabajo –explica Saini– ha demostrado que el dominio masculino no es inevitable cuando las hembras se unen para defender sus intereses, como hacen las hembras de bonobo, y por tanto evidencia que “es la cooperación femenina la que marca la diferencia”. 

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