Melodía al Paraguay

Llegó a nuestro país en 2010. Nunca le faltó ocupación, y lo hace con dedicación y perfeccionismo. Está casada con el arpista paraguayo Alcides Ovelar, a quien conoció trabajando en un crucero. Después de recorrer los mares por Europa y Oriente, decidieron volver a tierra firme. Cristina Bitiusca (30) dejó su familia y su país para adoptar una nueva vida. “Hice de la cultura paraguaya mi cultura”, sintetiza, no sin emoción. Aquí nació su amor más grande: Adela Victoria (Vicky, de tres años), quien, jugando sin descanso, nos acompaña durante la sesión de fotos y la entrevista. “Yo soy cantante…”, inicia nuestra invitada, y la pequeña matiza: “Yo soy del jardín (de infantes)”. La artista rumano-paraguaya posee un repertorio variado; se la puede escuchar cantando inolvidables baladas en inglés, temas de jazz, y folclore. Habla en seis idiomas; por ende, puede cantar en rumano, inglés, francés, portugués, italiano, castellano y, aunque confiesa que no entiende, canta dulce y sentidamente en guaraní. Dueña de una privilegiada voz y trabajada técnica, su versatilidad le abre hoy las puertas para ser la primera extranjera convocada al recién estrenado conjunto folclórico de la Orquesta Sinfónica Nacional del Paraguay (OSN).

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¿El arte te abrió las puertas de un país extranjero? Creo que cuando hacés algo con todo lo que sos y podés, llegás adonde querés. Yo me dediqué en cuerpo, alma y espíritu a la música. Tengo la suerte de contar con un compañero de vida y de trabajo, mi esposo, con quien formamos un dúo.

¿Por qué elegiste cantar folclore? La música paraguaya es melodiosa y yo también. No soy peñera, pero me gusta el folclore de calidad.

¿Cómo asimilaste tan bien el guaraní? Mi esposo suele decir que mi interpretación “es una bofetada a los paraguayos que no hablan o cantan en guaraní”. Pero los rumanos guardamos un secreto y es que también tenemos la “y”, por eso me es fácil leer y pronunciar.

Tu interpretación de las guaranias, por ejemplo, toca lo más hondo. Como artista me encanta presumir que entiendo cada palabra (ríe). No es cierto, pero sí conozco el mensaje. Un verdadero artista no solo tiene que cantar, sino interpretar. Mi naturaleza es romántica; me gustan las canciones de amor.

Se dice que la ternura de la letra no condice con la realidad del trato del hombre hacia la mujer en el Paraguay. Eso pasa en todos lados, pero no descarta que debamos rescatar los mensajes de amor como base de toda relación de pareja.

¿Han llevado el folclore paraguayo a Rumania? Llevamos hace unos años como regalo de boda. Siempre está en mente probar suerte alguna vez en Rumania; allá conocen el arpa clásica, el arpa celta, pero el arpa paraguaya deja boquiabierta a la gente.

¿Cómo fue tu incorporación al conjunto folclórico de la OSN? Nos contactó el señor Benjamín, hermano del director de la Sinfónica, Carlos Dos Santos. Nos vieron en el programa de Cancio Barreto. Ya antes me habían mencionado que me querían como cantante. Yo me sentí muy halagada. Pasó el tiempo y, finalmente, este año nos contaron que salió el proyecto de folclore para la OSN, y que faltaban arpa y voz. Hace tres meses que comenzamos.

Sos la primera extranjera en un conjunto oficial folclórico. Sí, aunque en los otros conjuntos ya había colegas extranjeros. Cuentan con varios conjuntos: la Sinfónica, de cámara, un quinteto de cuerdas, un quinteto de vientos de metal, otro de madera y ahora el folclórico.

Compartís el canto con otra profesional. Sí, felizmente. Soy de compartir, no de competir. Estoy con Carolina López, quien es la cantante de la Sinfónica. Ambas tenemos registro de soprano; su formación es lírica, y la mía es en jazz y popular. Si puede haber fusión con lo mejor de cada una, sería muy bueno.

¿Te considerás una artista sin temores? Creo que el artista no puede limitarse a un solo estilo de música. Cierto, no temo nada, pero conozco mis límites. Hay muchos estilos, varios que me gusta escuchar, pero no cantar, porque no me sientan bien.

¿Tomás la OSN como un trabajo oficial? Sí, con todos mis documentos en regla y con un sueldo mensual.

¿Qué pensás cuando dicen: “En vez de dar trabajo a los paraguayos”? Estoy casada con un paraguayo y mi hija nació acá. Entre los músicos paraguayos hay mucha gente irresponsable a la hora de cumplir horarios; no digo que entre los extranjeros no haya, pero a mí se me conoce por la responsabilidad. Si me comprometo en algo, voy hasta el final. Me eligieron porque conocen mi trabajo.

¿Te gusta el folclore arreglado, estilizado? Voy a tener libertad para interpretar, pero tenemos un repertorio que respetar y también un director. Van a hacer arreglos especiales, tratando de salir de lo común, es decir, una orquesta típica, pero más elevada. Nuestro repertorio es ya de 25 a 30 canciones: guaranias, polcas, polca canción, chamamé. Me gusta cantar todo, pero más las guaranias.

Además de la OSN, ¿seguís con tus presentaciones particulares? Sí, a nivel privado; dentro de eso ahora estoy haciendo jazz, acompañada de dos pianistas, en el casino del Hotel Guaraní.

¿Cómo es cantar cuando es trabajo? Muy sacrificado, más cuando los músicos no tenemos IPS (Instituto de Previsión Social). Algunas asociaciones luchan por derechos y beneficios, pero está difícil, en gran medida porque el músico no es reconocido. “¿Y solo música hacés? Yo voy a la facultad, mañana y tarde”. Les querés decir: “Yo también. Mi universidad es en mi casa, noche y día, estudiando y ensayando”. Pocos saben de qué se trata ser un músico trabajador, lo que se siente al mirar tu agenda y no tener actuaciones por venir. ¿Cómo pagás tu comida, el colegio de tus hijos, los impuestos?

¿Te sentís en paz con tu arte o qué perfeccionarías? Estudiaría más canto, pero dentro de mi estilo. Que los músicos podamos viajar sería justo e ideal; así consiguió una beca una de las hermanas Hicks, quien fue a cantar a Punta del Este, la vieron y le ofrecieron un curso de perfeccionamiento en los Estados Unidos.

¿Qué les falta a los jóvenes paraguayos talentosos? Perseverancia, dedicación y coraje. Tengo alumnos que vuelan en el canto, pero sienten miedo de lanzarse ante un público que rechaza fácilmente, porque no está formado para apreciar.

Respecto a su actual pensamiento de vida, Cristina confiesa estar aplicando lo que dice un libro cuya lectura acaba de terminar sobre el agradecimiento: “Gracias tres veces, por todo lo que tuve, lo que tengo y lo que tendré”.

Música y algo más

Trabajando codo a codo con su marido, Cristina es la administradora oficial de las cuentas familiares: “Cobramos por separado, pero, de común acuerdo, yo administro el dinero”, comenta. Como mamá, se la ve cariñosa y atenta. Cristina y Alcides comparten que la pequeña Vicky, quien nos entonó perfectamente una melodía infantil, sea música profesional, pero que paralelamente tenga otra carrera que la respalde. Por su lado, la cantante tiene planes de seguir fonoaudiología. Creativa para vivir dignamente, Cristina se animó, además, al mundo de la repostería; sus productos caseros rumanos Transilvania van ganando adeptos. “Parece que gusta. En la Sinfónica o donde voy a dar clases de canto, no pasa un día sin que me pregunten: ‘¿Qué de rico trajiste hoy?’’’.

Cristina Bitiusca

La rumana que deslumbra cantando en guaraní se ha ganado un merecido lugar. Formada en el jazz y pop, ha sido convocada este año para integrar el nuevo conjunto folclórico de la Orquesta Sinfónica Nacional del Paraguay (OSN).

lperalta@abc.com.py

Fotos: Gustavo Báez.

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