Recobrar el control

La pérdida involuntaria de orina desencadena inconvenientes higiénicos y también sociales. Sus causas son múltiples, y las mujeres comúnmente la padecen. Muchas no se dan cuenta de que existen alternativas eficaces para recuperar la confianza y comodidad.

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La incontinencia urinaria es una enfermedad que obedece a una anomalía en el soporte del piso pélvico y en el mecanismo del esfínter de la uretra. El médico cirujano, especialista en ginecología y obstetricia, Raúl Fanego explica que el piso pélvico es una estructura anatómica cuya función es sujetar las vísceras abdominales y pélvicas, controlar la continencia urinaria y anal. “Consta de un sostén pasivo (las estructuras de sostén estáticas) y un sostén activo (neuromuscular). El esfínter, por su parte, es un músculo de cierre que sirve para contener la micción. El mal funcionamiento de estos provoca la pérdida de orina”, detalla.

Para iniciar un tratamiento efectivo, el profesional advierte que es fundamental reconocer qué incontinencia se sufre. “Los tipos de incontinencia son varios. Podemos citar la urinaria mixta, que ocurre por una hiperactividad del músculo detrusor y un trastorno en los mecanismos esfinterianos. Otro caso se debe al rebosamiento. Así, la fuga sucede debido a que la vejiga está distendida por obstrucción e imposibilidad de vaciado”.

Más variedades de incontinencia son la de causa psicógena, asociada a estímulos externos que afectan a los sentidos, emociones fuertes, fobias y manías; la neurológica, que engloba las alteraciones de la dinámica miccional y se originan en el sistema nervioso; y la del esfuerzo, que libera gotas o pequeños chorros al realizar cualquier movimiento corporal, como estornudar, reír, agacharse o levantarse, entre otros.

Opciones

El ginecólogo indica que el paciente tiene en sus manos mejorar a priori su situación siguiendo una dieta equilibrada y con fibras para impedir el sobrepeso y el estreñimiento, bebiendo abundante líquido, yendo al baño solo cuando es necesario y antes de acostarse, y asistiendo a consultas periódicas. “La actividad física también es positiva. Los más beneficiosos son los ejercicios de Kegel, que consisten en contraer los músculos del piso pélvico, como intentando evitar la expulsión de aire o heces. Las mujeres deben poner en práctica este estilo principalmente durante y después del embarazo”, aconseja.

Además, hay varias alternativas para paliar la afección. “El método conservador se aplica con fisioterapia, ejercicios y electroestimulación. El régimen médico recurre a los fármacos con estrógeno. A través del tratamiento quirúrgico se puede hacer uso de diversas técnicas, dependiendo del grado de incontinencia”, puntualiza Fanego.

FACTORES DE RIESGO

Según el doctor Fanego, aspectos que predisponen a esta dolencia son los desórdenes congénitos, anatómicos y neurológicos, así como los desarreglos del tejido conectivo, las cirugías pélvicas previas, la cantidad de partos normales, el sexo femenino. Añade como principales promotores a la obesidad, el estreñimiento, las infecciones de las vías urinarias, el consumo de medicamentos, entre otros. “Los efectos psicosociales de la incontinencia suelen llevar implícitos numerosos trastornos emocionales entre los que se encuentran la pérdida de autoestima, ansiedad, depresión, tristeza y la discontinuidad en las actividades laborales, sexuales y sociales. Muchos afectados se niegan a alejarse de su entorno familiar por temor a enfrentarse a situaciones embarazosas, limitando sus tareas habituales y su independencia”, manifiesta el galeno.

leticia.barrios@abc.com.py

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