Incontinencia política, incontinencia moral

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Se ha instalado en la práctica política de las naciones latinoamericanas un proceder perverso que atenta contra la democracia. Los jefes de Estado, ante limitaciones impuestas por las respectivas Constituciones, apelan a subterfugios como referendums y consultas populares amañadas para eludir los controles constitucionales. Esta acción de los gobernantes, puede ser clasificada como incontinencia política. La incontinencia política llegó a crear la figura de las candidaturas testimoniales en la República Argentina durante el gobierno del matrimonio Kirchner.

En la lista de candidatos a ser electos, los elegidos renunciaban a su puesto y eran reemplazados por un candidato electo por el Presidente de la República. Una estafa a la democracia. En Brasil la presidenta avasalló normas constitucionales en las áreas administrativas. En Venezuela y Ecuador, los presidentes de las Repúblicas hacían caso omiso a las normas constitucionales en cuanto a derechos humanos y economía se refiere.

La incontinencia política no es estática ya que con el correr del tiempo tiene una dinámica que la lleva a la incontinencia constitucional y por último a lo más grave, que es la incontinencia moral. Esta incontinencia moral ha dado como resultado en Venezuela a la conculcación, el despojo y la perversión de todos los derechos constitucionales, el caos económico y la ruina de uno de los Estados más ricos en reservas de petróleo y con más posibilidades para un desarrollo humano armónico.

En el pasado, Hitler y Mussolini, maestros de la incontinencia política y moral, llevaron a sus respectivos Estados al caos económico y humano, con el resultado trágico de decenas de millones de muertos en una guerra absurda. Haciendo un análisis de las probables causas de la aparición del fenómeno llamado incontinencia política, podemos citar como causa probable la ignorancia de los gobernantes y de sus asesores políticos. La ignorancia de los asesores se concentra principalmente en la ética política que intentan reemplazar o soslayar con argumentos fraudulentos e invocando privilegios imaginarios.

La ignorancia de la ética política lleva a gobernantes y asesores a sobrevalorar la personalidad del que detenta el cargo-poder por sobre lo que disponen y exigen las respectivas constituciones. El uso del poder está reglamentado y esto debe ser respetado. Como formuló un destacado político británico: “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”, la incontinencia política deriva irremediablemente a la incontinencia moral que destruye la democracia.

José Luis Serrati Machaín

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