Experto asegura que el autismo tiene cura

El doctor argentino Christian Plebst llegó a nuestro país, invitado por la Fundación Esperanza para el Autismo. La intención es concienciar a la gente respecto a que esta enfermedad no solamente es tratable sino curable.

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El autismo es la epidemia más grande que está afectando a la población mundial (mayor al VIH u otro tipo de epidemias); la proporción es de uno por cada 88 niños, de los cuales la proporción de género es de cuatro varones por cada niña.

Lo más importante es la detección temprana de este mal, para tener mayores posibilidades de superarlo. Por ello, existen signos que deberían llamar la atención de una madre, como por ejemplo bebés demasiado tranquilos que, prácticamente, no responden a los estímulos de los demás.

Además, si alrededor de los seis meses no empiezan a balbucear o intentar decir las primeras palabras, no reconocen su imagen en el espejo o no responden a las sonrisas de sus familiares, es porque evidentemente tienen algún problema.

En cuanto a los motivos que causan el autismo, el doctor Plebst explicó que se han realizado varios estudios para investigar los motivos. Si bien no se ha determinado una causa exacta, se menciona pesticidas, cuestiones tóxicas y ambientales, además del mercurio como elemento perjudicial.

Respecto a la edad, indicó que muchos ya traen el mal de nacimiento, pero otros lo van desarrollando a los 8 ó 9 meses, por lo que es vital permanecer atentos a los niños. Un factor que provoca esta enfermedad son las pantallas tanto del televisor como de las computadoras.

El profesional recomienda que, antes de los tres años, los pequeños no sean expuestos a estos artefactos, ya que podrían despertar este terrible mal. “Es preferible que las criaturas empiecen a ver la televisión recién a partir de los tres años en adelante, y de a poco, es decir, no deben pasar varias horas frente a estos aparatos”, expresó el doctor.

El tratamiento depende mucho de la edad en que se diagnostique el mal, y es muy variable, implica tiempo, paciencia y, por supuesto, una inversión. “Tuve casos en que se han recuperado con tres años de tratamiento; pero no puedo generalizar y dar un plazo exacto, depende de niño porque todos son únicos”, concluyó.

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