El dolor de los olvidados

“¿Por qué, mamá querida, los Reyes del Oriente no me hicieron regalito y a todos les trajeron?”, reza un desgarrador párrafo de la polka "6 de Enero", una canción surgida de una historia real y que en días como este recuerda el dolor de los olvidados.

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Allende la alegría generalizada de los pequeños que la mañana del 6 de enero se despiertan emocionados para descubrir a manotazos los regalos que los tres Reyes Magos les dejaron, está la otra cara de la realidad, la más dura: los niños que no recibieron regalo alguno.

Esa realidad es relatada en el poema "6 de Enero", escrito hace ya más de siete décadas por el poeta y sastre Clementino Ocampo. En cuatro versos, el escritor consiguió plasmar en letras el dolor que sienten esos niños olvidados por los reyes del Oriente y lo hizo basándose en una historia real y cercana a sí mismo.

Era el 5 de enero de 1945 y Ocampo esperaba poder entregar un traje a medida que le había encargado un cliente en su función de sastre. No se trataba tanto de cumplir con el cliente o del dinero, sino de lo que representaría poder cobrar por ese trabajo: la posibilidad de comprar un regalo por el día de Reyes a su hija, Ramona Belarmina, que en aquellos días tenía tres años, de acuerdo a un recuento realizado por Mario Rubén Álvarez, en su libro Las voces de la Memoria, y republicado en el sitio Portal Guaraní.

Sin embargo, el cliente nunca apareció y los Reyes tampoco pudieron llegar con los regalos para la pequeña Ramonita. Al día siguiente, en la mañana de Reyes, la niña no encontró obsequio alguno en los zapatitos que había dejado esperanzada la noche anterior. La ilusión dio lugar a la tristeza y hasta la molestia contra esos hombres de Oriente que la habían olvidado.

“Qué malos son los Reyes, a mí no me trajeron nada”, le dijo Ramonita a su padre, quien con el corazón quebrantado no encontraba palabras para explicarle lo que había pasado. Mientras tanto, vecinos y primos disfrutaban de sus regalos.

Tocado por lo que había ocurrido, el sastre poeta dejó correr su imaginación y plasmó la historia en un poema titulado "6 de Enero".

“Era hermosa la mañana, era el día de Los Reyes, las sonrisas infantiles mundopýre iñasáĩ cada cual con el obsequio que el mago les hiciera por ser bueno y obediente, vy’águi osapukái.

Mas un niño que era pobre, también bueno y obediente al no serle obsequiado isymíme oporandu: Por qué, mamá querida, los reyes del Oriente no me hizo un regalito, ha entérope ogueru”.

Rezan las primeras estrofas de un poema que, partiendo de una historia particular, consiguió relatar el dolor general de los niños olvidados por los Reyes Magos en la mañana del 6 de enero. El poema se hizo popular muy rápido y referentes como Máxima Lugo, Diosnel Chase y José L. Melgarejo se encargaron de llevarlo hasta los puntos más alejados del interior del país, donde era bien recibido.

Era la descripción perfecta de la congoja de aquellos que no recibían regalo alguno, que eran olvidados por los Reyes o que, por sus condiciones económicas, no podían obtener el ansiado obsequio. Una realidad mucho más común de lo que habitualmente queremos ver.

Negándose a formar parte de bando alguno durante la Revolución de 1947, Ocampo se exiliaría en Argentina, donde con sus herramientas instaló una sastrería en la ciudad de Formosa. Por allí pasaría algún día Martín Escalante, quien tiempo después formaría el famoso dúo Quintana-Escalante con Carlos Quintana, pero que en aquellos días se presentaba como parte del dúo Pérez-Escalante. Escalante le pediría permiso a Ocampo para ponerle música a su "6 de Enero".

Si ya como recitado era un éxito, la musicalización de Quintana-Escalante terminaría permitiendo una popularización incluso mayor. En días como este, mañana de Reyes en la que muchos niños no pueden recibir regalos, se convierte en un himno que alza la voz por aquellos pequeños olvidados por los Reyes de Oriente y que no recibieron regalo alguno a pesar de ser “más bueno que Antonio y Andresito”.

La historia del dolor de los desprotegidos que además han sido olvidados.

Era hermosa la mañana, era el día de Los Reyes, las sonrisas infantiles mundopýre iñasáĩ cada cual con el obsequio que el mago les hiciera por ser bueno y obediente, vy’águi osapukái.

Mas un niño que era pobre, también bueno y obediente al no serle obsequiado isymíme oporandu: Por qué, mamá querida, los reyes del Oriente no me hizo un regalito, ha entérope ogueru.

Yo, mamita, soy más bueno que Antonio y Andresito y de muchos amiguitos añembo’ekuaaiteve; qué malos son los reyes no me trajo ni un autito comprámena mamíta, aipotánteko chave.

Así se queja el pobre sin cariño y sin halago que su padre fue un tirano ni ndohecháiva chupe y esa terrible orfandad no tiene sus reyes magos que le haga un regalito el 6 de enero jave.

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