La paridad no es la solución en la UNA

La paridad en el número de docentes y estudiantes en los consejos directivos de la UNA es el reclamo de los alumnos. La revuelta estudiantil convoca a pensar, pero la exigencia actual es errónea: estudiar es una cosa y dirigir la universidad es otra.

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La petición de representación paritaria no existe en las mejores universidades del mundo sencillamente porque ambos estamentos tienen roles y deberes diferentes. La universidad no debería ser un gimnasio de pulseadas por el poder, un campus de competencias de popularidad ni un laboratorio de experimentos para incubar líderes políticos.

Por supuesto que es legítimo el deseo de los alumnos de tener representantes en los consejos directivos de cada facultad; los consejeros estudiantiles cumplen una labor importante en las universidades. Pero la dirección debe estar en manos de los docentes por muchas razones obvias. Los profesores son los profesionales del área, son los que, al menos en teoría, tienen la ciencia y la experiencia como para saber qué y cómo enseñar, qué es una universidad y cómo administrarla. Por eso, naturalmente, del cuerpo docente se escogen los decanos y rectores.

Que haya autoridades corruptas no es causa de las normas legales; que algunos rectores y decanos sean unos ladrones y sinvergüenzas no es imputable al hecho de que los profesores tengan mayoría en los órganos directivos. Quienes abusan de estos cargos y cometen acciones ilícitas deben ser denunciados, juzgados y enviados a la cárcel, como cualquier delincuente, aunque usen toga y sean profesores doctores.

La universidad paraguaya tiene muchas y muy graves deficiencias; apenas usa pañales en su misión de enseñar con calidad y anda desnuda en cuanto a su deber de investigación científica. En general, está demasiado lejos de los estándares mínimos de calidad a nivel internacional. Entonces, ¿por qué queremos inventar la rueda de soluciones mágicas a través de una representación paritaria de docentes y alumnos en los consejos directivos cuando dicha modalidad no existe en el resto del planeta?

En un mundo cada vez más globalizado y competitivo, la universidad paraguaya afronta desafíos demasiado importantes como para estar perdiendo el tiempo y el esfuerzo en reivindicaciones quiméricas que, incluso en el caso de obtenerse, no aportarían ninguna solución.

La prioridad del alumno es estudiar, leer libros, navegar en internet, elaborar proyectos, escribir artículos, experimentar en laboratorios, asistir a conferencias y debates académicos, interactuar en clase con compañeros y docentes, empaparse en los secretos de la profesión elegida, etc.

Como si lo anterior fuese poco, los consejeros estudiantiles deben, además, participar en la dirección de la facultad y, si hubiere motivos fundados, denunciar ante el demos y la opinión pública los casos de corrupción, mala administración o abuso de poder de los que tuviese conocimiento.

La solución no pasa por reemplazar a docentes por estudiantes en los órganos directivos, sino por elegir a profesores honestos y capaces para tales cargos. Una nave debe ser conducida por un capitán experimentado, no por un grumete en proceso de aprendizaje.

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