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Según el MOPC, en dos meses culminarán los trabajos de mejoramiento, mantenimiento, pavimentación y rehabilitación de la ruta IV "Gral. José Eduvigis Díaz", en el tramo de 133 km que une las ciudades de San Ignacio (Misiones) y Pilar (Ñeembucú).
Esta vía, que es el principal acceso al departamento de Ñeembucú, requirió de una inversión de G. 292.000 millones. El ministerio destaca que también está ejecutando otras "obras clave" para la zona, como la ruta de km 40 Alberdi, así como la circunvalación y el acceso vial al Puerto Pilar, más el tramo Desvío Alberdi–Pilar, que se encuentra en proceso de evaluación de ofertas para su adjudicación.
Los trabajos de reconstrucción de esta ruta comenzaron en noviembre de 2015 y, de acuerdo a explicaciones del ingeniero Francisco Griñó, de la empresa TyC, adjudicada con el contrato, hay un avance del 90% y unos 50 km fueron totalmente reconstruidos.
Señaló que le pusieron "cariño al trabajo" y que esperan que en la parte reconstruida no vuelva a aparecer un bache en los próximos diez a 15 años. "La zona reconstruida está para aguantar el paso de 4.000.000 de ejes, más que el doble de lo establecido en el contrato con el MOPC, que es de 1.700.000 ejes", puntualizó Griñó.
Un detalle importante guarda relación con que, una vez concluido el trabajo, la empresa es responsable de cuidar del "buen estado" de la vía por los próximos cinco años. La obra empleó a 450 trabajadores, de los cuales 30 son mujeres, según los datos oficiales.
De acuerdo a los antecedentes, el proyecto de mejoramiento y construcción de la Ruta IV tuvo su origen en el año 1991, con un tramo experimental con pavimento de hormigón en una longitud de 14 km, donde se empleó cemento nacional con un espesor de 15 centímetros y un ancho de 7 metros, al principio, que luego se redujo a 6 metros, por restricciones presupuestarias.
La ruta tiene una base de apoyo compuesta por 20 centímetros de suelo cemento, más una capa de suelo mejorado del lugar (seleccionado) de 15 cm de espesor, según el MOPC. La construcción de ese tramo de prueba arrancó en 1991 y fue liberado al tránsito en 1992, pero las tareas complementarias finales, como banquinas, empastados y señalización, concluyeron en el año 1994.
Transcurridos los años, fue deteriorándose rápidamente, primero porque la obra presentó deficiencias en su diseño, como la falta de mayor drenaje y altura insuficiente en algunos lugares. Todo ello, sumado al incesante tránsito de camiones pesados, demandó constantes trabajos de mantenimiento hasta el punto en que casi se volvió intransitable en algunos sectores, por lo cual tuvieron que ser prácticamente reconstruidos cerca de 50 km, según el MOPC.