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En nuestro país, en los últimos días se ha expuesto un tema muy controvertido y discutido: el matrimonio igualitario u homosexual. Opiniones a favor y en contra han surgido tras las declaraciones del precandidato a presidente por el partido Colorado, Santiago Peña.
El matrimonio, según estipula nuestra Constitución Nacional, constituye una figura jurídica que significa unión entre un hombre y una mujer. Sin embargo, varios movimientos sociales reivindican la idea de aceptar el casamiento entre personas del mismo sexo, pues, este propósito exige la libertad individual; principio fundamental del ser humano.
Muchos coinciden en que vivimos en un país con una sociedad bastante conservadora y que, además, se rige por doctrinas religiosas. La Iglesia católica posee una posición en contra del casamiento homosexual, pues argumenta que la unión entre el hombre y la mujer es la única asociación conyugal que puede definirse como matrimonio.
Los seres humanos desde que nacemos contraemos obligaciones y derechos. Asimismo, poseemos libertad para determinadas situaciones; por eso, si una persona resuelve casarse con otra, ya sea del mismo sexo o no, estaría tomando una decisión particular, pues es lo que desea.
Nadie puede obligarte a realizar acciones y, mucho menos, a hacerte cambiar tu pensamiento. Si hay algo que debemos aprender como seres humanos es aceptar la diversidad de ideologías y sentimientos, ya que no todos pensamos iguales.
A algunos les parece inmoral ver a parejas de gays besándose en la calle, pero si unos novios heterosexuales se encuentran cometiendo actos indecentes, creen que se trata de algo normal. Por eso, hay que intentar ser más coherentes en relación a lo que pensamos y hacemos. Asimismo, debemos luchar por la libertad en todos sus campos, pues constituye un derecho supremo del ser humano.
Por Joaquín Tandé (18 años)