No hay dinero para salud y educación, sí para gastos superfluos de militares

Los hospitales y colegios tienen muchas necesidades que, supuestamente, no pueden ser satisfechas por la escasez de fondos públicos. Sin embargo, un jefe militar paga a su esposa del presupuesto castrense escandalosos gastos, incluyendo ropas íntimas.

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La malversación y el despilfarro del dinero público son considerados modalidades de la corrupción. En el país, lastimosamente,  son varios los casos en los cuales la plata del Estado es mal utilizada.

En los últimos días se hizo conocido el caso del jefe de FF.MM., Luis Gonzaga Garcete, quien pagó viáticos a militares con el fin de que asistieran  a giras de ayuda social de una fundación privada que preside su esposa, la “generala” Lucía Duarte de Garcete. Mientras, en el país, existen miles de necesidades que no pueden ser atendidas porque, supuestamente, el Estado no cuenta con dinero suficiente.

El  militar costeó el viaje con fondos públicos asignados para funcionarios “en comisión de servicios en o para los organismos estatales”, hecho que no ocurrió; además financió escandalosos gastos personales incluyendo ropas íntimas para el personal de la fundación. Sin embargo, cuando uno pide más calidad en la educación o el mejoramiento de la infraestructura en la salud, muchos políticos salen con su discurso de que el país no cuenta con plata para darse ciertos “lujos”

Quizás el dinero que fue destinado para el viaje de los militares no sea mucho, pero quién sabe si en otras instituciones, hechos similares no ocurren constantemente, incrementando de este modo el derroche monetario en gastos totalmente superfluos. Algo que realmente preocuparía, ya que el ciudadano común, al pagar sus impuestos, piensa que está invirtiendo en alguna mejora para su beneficio propio o de la sociedad.

Por otra parte, la mayoría de los colegios públicos, los centros de salud y otras entidades del Estado, están pasando por insuficiencias que son realmente alarmantes. Incluso, en algunos casos, las falencias perjudican directamente la salud y la calidad de vida de las personas.

Lo más increíble es cómo esperamos que los hechos nos afecten directamente para que reclamemos justicia y transparencia a las autoridades que se manejan de forma ilegal. Quizás esto ocurre porque toleramos como sociedad la corrupción y eso nos hace cómplices de la misma. O, simplemente, no nos importa.

Por Joaquín Tandé (18 años)

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