El Ejército fue el gran enemigo de la democracia, señala Caballero Aquino en su último libro sobre la era 1904-1940

Ricardo Caballero Aquino es autor del novedoso y provocativo libro: “La República Constitucional Paraguaya, 1904-1940: Apogeo, decadencia y ruina”, de reciente aparición, editado por Intercontinental Editora. Con críticas despiadadas a ratos que no dejan “títeres con cabeza”, en esta entrevista el autor retrata a los mandamases de la época -de Albino Jara a Estigarribia- como si vivieran hoy, despojándolos de ese aura de santificación que la historia muchas veces tiende a envolverlos, Concluye que el Ejército, con sus golpes y asonadas, fue el gran enemigo de la democracia en el Paraguay.

Ricardo Caballero Aquino y su último libro.
Ricardo Caballero Aquino y su último libro.

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- ¿Por qué parte de la Revolución de 1904?

- La Revolución de 1904 tuvo que ser el inicio de los grandes cambios democráticos en el país. Fue una rebelión popular que echó por tierra el caudillismo militarista tradicional bajo el nombre de “caballerismo”. En lugar de renovación política, el Gobierno Cívico del general y doctor Benigno Ferreira continuó con el exclusivismo caballerista. En la Convención partidaria de 1906, no hubo lugar para los Radicales en cargos de importancia. El atajo cuartelero resultó inevitable. Ahí surgió la figura avasalladora del coronel Albino Jara, el “varón meteórico” según su biografía. El libro tiene un capítulo, “El Retobado” que analiza la nefasta influencia de este joven militar que llegó a la presidencia en 1911 sin plan ni propósito, excepto disfrutar de los privilegios del cargo. Se rodeó de una camarilla violenta que asesinó a sangre fría a Adolfo Riquelme y tenía preparado otros fusilamientos cuando apareció fortuitamente en aguas de Puerto Rosario un barco de guerra argentino que evitó mayores desmanes.

- ¿Cuánto tiempo estuvo?

- Jara no duró seis meses en la Presidencia.

- ¿Quién le sucedió?

- Probablemente el peor Presidente, Liberato Rojas. Solo quería juntar fondos para uso personal. Se recostó en los liberales cívicos y más tarde de colorados que prontamente lo depusieron y asumieron el poder en la capital con Pedro P. Peña al frente. Este tuvo que enfrentar en sus escasos 28 días de gobierno dos levantamientos. Era el centenario de la Independencia, un período particularmente anárquico.

- ¿El fin de Jara fue el comienzo de la democracia?

- Casi. Eduardo Schaerer fue electo como líder enérgico. Restableció las finanzas, fundó la Escuela Militar, neutralizó el “Golpe de Año Nuevo” en 1915 y se convirtió en el primer civil en completar su mandato y entregar el mando pacíficamente al sucesor, Manuel Franco. Pero Schaerer cayó víctima del virus del Palacio de López...

- ¿Qué es?

- El que hace que un Presidente en funciones no quiera dejar de serlo, cueste lo que cueste. Dejó la presidencia en 1916 y ahí mismo se puso a buscar obsesivamente la manera de volver. Muchos buscaron volver, Bernardino Caballero entre ellos pero solo Manuel Gondra pudo hacerlo democráticamente.

- ¿Y Schaerer?

- Schaerer tenía mucho dinero y tentó un atajo, la Revolución de 1922 donde perdió. Volvió a conspirar en 1928 contra José P. Guggiari y finalmente creyó que triunfó en 1937 en el derrocamiento de Rafael Franco, solo para descubrir que gracias a la Guerra del Chaco solo a militares les estaba permitido llegar.

- ¿Qué dejó la Revolución del 22?

- En el plano militar surgió el capitán José Félix Estigarribia. En lo político sobresalió el que fuera después el mejor Presidente de todos los tiempos, Eligio Ayala, también signado por la eterna buena suerte. Al derrotar a la Revolución en menos de tres meses, el partido lo unge candidato presidencial en 1924. Era una Presidencia segura porque los colorados eran tan endebles que preferían abstenerse de ir a elecciones aduciendo “falta de garantías”. Pero la verdadera buena suerte de Eligio Ayala se dio en algo totalmente inesperado, el “boom algodonero” mundial que hizo de la fibra una estrella del comercio. Le dio al Paraguay tres años de superávits presupuestarios que terminaron financiando la compra de armas para la guerra que se avecinaba. En 1928, el sucesor natural debía ser Riart pero era poco carismático y prefirieron al más extrovertido, José P. Guggiari. El resultado fue abultado a favor del oficialismo, 68% liberales, 32% colorados. Los colorados aprendieron que las urnas no serían el camino al poder. En la década del 40 visitaban cuarteles en Campo Grande y cortejaban a los militares abiertamente colorados como Enrique Jiménez, Días de Vivar, Rogelio Benítez. Finalmente llegan al poder con Morínigo y Jiménez, lejos de toda elección que sabían iban a perder.

- ¿Porqué ocurrió la masacre del 23 de Octubre (de 1931)?

- El 23 de octubre fue una tragedia evitable. El Jefe de Policía, Dr. Luís Escobar, era buena persona pero muy mal policía. La marcha del 22 fue un aviso que culminó en un intento de incendiar la casa del presidente Guggiari que tuvo que ser reprimido por los guardiacárceles. Con ese antecedente, la marcha del 23 debió ser prohibida.

- Fue una tragedia que acicateó ir a la Guerra...

- La moraleja es que el Chaco no estaba indefenso. A un costo político elevado, los Gobiernos evitaron una reprise de 1865 cuando Solano López nos embarcó a la Guerra sin estar preparados y sin recibir siquiera el armamento moderno que venía de Europa. La Guerra del Chaco se peleó cuándo el Paraguay se sintió listo para combatir. Y eso lo decidieron los líderes constitucionales, sin injerencia de los militares.

- ¿Porqué cayó el partido Liberal a pesar del triunfo del Chaco?

- Había un populismo totalitario rampante en la época. El liberalismo y el Partido Liberal brillaron en la Guerra del Chaco con hazañas cívicas inéditas como la pragmática imposición de unas brigadas agrícolas de tipo francamente marxistas pero más exitosas que las de la Unión Soviética porque en el Paraguay fueron voluntarias. Cuando los populistas arrebataron el Gobierno, prefirieron pasar el tiempo enseñando patriotismo lopista. Todo indica que el país y el Ejército consideraban al sistema liberal como obsoleto. Naturalmente, el ideólogo del eternamente sedicioso coronel Rafael Franco, Gómes Freire Estévez, nunca escondió sus inclinaciones nazistas y la dictadura de derecha parecía estar de moda en la época. Tomaron el Gobierno para un carnaval que duró hasta 1989 y convirtió los vencedores del Chaco, no en ejército libertador sino en ejército de ocupación, que al igual que los brasileños en 1870, cambiaban ministros y Presidentes a capricho.

- ¿Acaso Franco no modernizó el país con su Revolución del 17 de Febrero?

- No. En primer lugar, revolución no fue. Lo que hubo fue una gesta retardataria. Fue una reacción casi adolescente de unos jefes que usaron las armas del pueblo para derribar no solamente un Presidente Constitucional sino un sistema de libertades y derechos ciudadanos consagrados en la Constitución de 1870, la única digna de ese nombre en nuestra historia...

- Pero los franquistas consiguieron la jornada laboral de 8 horas, el aguinaldo, las vacaciones, el Ministerio de Salud...

- Todo eso podía lograrse sin traer a los militares a una deliberación política. Tampoco hubo necesidad de repudiar los derechos y las libertades ciudadanas por unos logros tan magros. Un ministerio se crea por ley como Ayala creó el de Economía. No había necesidad de convertir al país en una gran cárcel para gozar de aguinaldos y vacaciones. La ostensible “revolución” no fue sino una involución al siglo XIX, con gobernantes absolutos de duración indefinida y poder omnímodo e irresponsable. A partir de 1936, dejamos de tener administración eficiente, finanzas transparentes y diplomacia efectiva. El de Eusebio Ayala fue el último. Eligió a Estigarribia por considerarlo el mejor para las carencias del Paraguay. Los otros querían esperar a los bolivianos en la costa del río. Eusebio Ayala jamás permitió injerencia del Ejército en cuestiones diplomáticas. El armisticio fue por orden suya y el nombramiento del gran negociador, Jerónimo Zubizarreta, así como del incansable gestor de fondos, Vicente Rivarola, fueron aciertos de Ayala. En contrapartida, los que le sucedieron fueron subalternos de jefes militares de Campo Grande.

- Pero en el Tratado de Paz, Paraguay perdió territorio conquistado...

- Si, unos cuantos kilómetros cuadrados de arenal en la nada. La paz fue una imposición hegemónica norteamericana pero magistralmente diseñada por el Departamento de Estado con algo de ayuda inescrupulosa de Estigarribia quien removió a Zubizarreta y asumió la Presidencia de la delegación paraguaya por sí y ante sí, sin jamás tener nombramiento formal alguno. Propició el tratado verdadero del 9 de julio de 1938 que permaneció secreto por décadas. En él, no hubo vencedores ni vencidos. Bolivia solo deseó alejar al Ejército paraguayo de los pozos petrolíferos. La paz fue duradera.

- ¿Estigarribia fue el último Presidente liberal?

- Estigarribia jamás fue liberal. Usó al partido para derogar con visos de legalidad la Constitución de 1870 y obtener espuriamente la plenitud de los poderes. Los colorados se morían por tenerlo de candidato, pero él prefirió a los liberales. Ni siquiera estuvo presente en su proclamación. Los militares comunicaron a los partidos que en 1939 no serían aceptables candidaturas de civiles, en un mensaje a Riart y a Zubizarreta. La Constitución de 1940 de Estigarribia allanó el camino para el corporativismo y la dictadura militar..

- ¿Cómo lo describe a Estigarribia?

- El libro no ahorra enjuiciamiento a Estigarribia. Nunca entendió la naturaleza de la autoridad política civil. En los despliegues estratégicos del frente de batalla era de genios engañar al enemigo, hacerle creer que se atacaba por la izquierda antes de rebasar el flanco derecho; preparar todo para movilizarse en una fecha ficticia y así desorientar a los defensores; simular flaqueza donde se estaba más fortificado. En el mandatario civil, por el contrario, esas movidas apenas reflejaban mendacidad. El irrepetible, único general del Chaco no pudo hacer la transición a estadista. Una junta ad hoc de comandantes con tropas selecciona al “campechano y simpático”, Higinio Morínigo, porque el otro candidato, Torreani Viera,”era muy sarcástico”. Un militar a su servicio, Amancio Pampliega, comentó tiempo después que la razón de la elección de Morínigo tuvo poco que ver con la calidad de sus chistes que hacían sonreír hasta al adusto Estigarribia sino con el hecho de que su competidor, el general Torreani, como ministro del Interior perseguía con saña el contrabando de heladeras protagonizado por la Marina, y eso dañaba el “espíritu de cuerpo” militar.

- ¿Y el nepotismo, tan debatido en estos días?

- Hasta entonces, los casos de nepotismo eran raros. Lo más destacado fue la insistencia de Liberato Rojas en nombrar a su hermano, Emiliano en el cargo poderoso de Jefe de Policía. Los hijos del presidente vitalicio del coloradismo, Carlos Honorio Caballero Codas y Bonifacio Caballero Álvarez ocuparon altos cargos con alguna influencia superior. Pero las compuertas se liberaron en 1936. La caída de Rafael Franco se debió a dos hechos de esa naturaleza. Fue muy criticada la Jefatura de Policía entregada al hermano presidencial, Manuel, que era muy afable y pésimo para ese puesto. Pero lo letal fue la negativa del Ejército de permitir el uso del auto oficial de teniente coronel Dámaso Sosa Valdez a la esposa de éste mientras él se hallaba en el Chaco. Y Morínigo, ya dictador, empleó a sus numerosos familiares en cargos intermedios.

- ¿Los liberales no hacían lo mismo?

- En el período liberal hubo casos que podrían interpretarse como nepotismo, de parientes cercanos en cargos importantes pero todos habían surgido de carreras distinguidas como Eusebio Ayala y su hermano de padre Enrique Bordenave; Luís y Jerónimo Riart, los hermanos Bruno y José P. Guggiari quien además tuvo un primo hermano adversario en Modesto Guggiari. Esos ejemplos no constituyeron nepotismo porque en una República los individuos pueden destacarse por méritos propios sin importar la parentela.

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