Durante el segundo trimestre de este año se presentaron temas sociales y económicos que fueron rigurosamente analizados, como la deuda pública en Paraguay, que pasó por marcados procesos en la última década. Las cuentas fiscales gozaban de resultados superavitarios hasta antes de 2012. Si bien los mayores ingresos frente a los gastos permitieron al Estado generar cierto ahorro, las inversiones en obras de infraestructura acumularon importantes retrasos. Históricamente, la deuda externa ha sido, en promedio, el 80% de la deuda pública total; el restante la ha conformado el pasivo interno.
El diputado liberal Carlos Pereira pidió que se auditen las deudas -por valor de US$ 550 millones- con las constructoras y farmacéuticas. Se debe conocer en concepto de qué corresponden y si no son una excusa para obtener nuevos bonos, afirmó.
Óscar Lovera, viceministro de la Subsecretaría de Estad de Administración Financiera de Hacienda, confirmó que al hacer el corte administrativo se cuantificó que el Estado tiene una deuda de U$S 550 millones con las farmacéuticas y empresas constructoras. El nuevo Gobierno presentará un proyecto de ley para un endeudamiento por el mismo monto, para la cancelación de esas obligaciones. Debido a esta situación, el déficit fiscal previsto para este año se duplicaría, según las previsiones.
En los últimos años, la pandemia y el calendario electoral han venido causando un estrago en el creciente déficit fiscal, que en este primer semestre llegó al 1,37% del producto interno bruto (PIB), y un aumento correlativo del endeudamiento público, que a fin de año alcanzará el 36% del mismo. La recaudación aduanera ha disminuido en tanto que los gastos rígidos han aumentado, debido a los reajustes salariales. Por de pronto, la política de gastos de la nueva legislatura sería similar a la irresponsable de la anterior, según surge de sus últimas actuaciones: ocurre que los legisladores no velan por el dinero de los contribuyentes, pues lo que más les interesa es congraciarse con grupos de presión de diverso tipo.
Son demasiados los que siguen enceguecidos en que la demanda agregada que implica expansión del gasto público proveniente del intervencionismo estatal resolverá los problemas que tenemos. Problemas que se llaman sociales, un adjetivo que tiene como propósito darle la connotación de que lo social está sobre lo individual, por tanto, somos tachados de insensibles y egoístas los que valoramos al ser humano como una individualidad antes que a la sociedad.
Ya hace más de un mes que se realizaron las internas y se definieron las candidaturas para las próximas elecciones generales y todavía la ciudadanía no conoce a ciencia cierta cuál es la posición de los principales postulantes frente a los grandes desafíos que enfrenta la República. Es parte del juego político que los candidatos se “ataquen” unos a otros, en el sentido de criticar a sus adversarios y poner hincapié en lo que podrían ser sus puntos débiles, pero no es suficiente. La gente tiene derecho a saber qué ofrece cada quién, para poder evaluar quiénes son los que tienen las ideas más claras y más sensatas, y se muestren más confiables y eficaces.