Las invasiones campesinas y el plan B

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La disputa por el poder y la continuidad del proceso iniciado en 2008 está en uno de sus momentos más delicados. El grupo político del Presidente de la República no encuentra los caminos que puedan asegurar la continuidad más allá de 2013 y los tiempos para encontrar respuestas  llegan a su fin. Las alianzas de 2008 van perdiendo sustento, lo que hace necesario buscar nuevos aliados.   

El intento de enmienda para modificar la Constitución y habilitar un segundo mandato de Lugo se topó con un frontón que por ahora se muestra infranqueable. La intención de ajustar normas desde el poder es una movida que no cae bien. El Congreso y la población, en su mayoría, se muestran unidos para resistir el intento de reelección. No hay indicios de que eso vaya a cambiar en el corto tiempo.

Este empantanamiento obliga a buscar caminos alternativos o un plan B como lo admitieron los sectores más radicales del grupo presidencial. El senador Sixto Pereira reconoció que ante el frenazo de la reelección en el Congreso se estaban viendo opciones, pero no desarrolló una explicación. Se limitó a decir que en su momento se sabría.   

A estas alturas existen indicios de que las invasiones campesinas en la zona de Ñacunday, en el Alto Paraná, podrían tener raíces políticas y ser el primer paso de ese plan B. Como los partidos y la clase política en el Congreso no apoyan un segundo mandato presidencial, podría bien optarse por crear un clima que obligue a la continuidad de hecho sin que hayan de por medio elecciones. Sería una medida extrema que crearía una situación demasiado volátil capaz de detonar un caos, pero no por eso puede ser descartada. Más todavía si se tiene en cuenta que los grupos de izquierda que respaldan la continuidad del proceso no tienen las bases electorales ni los votos para asegurar la victoria en unas elecciones nacionales.   

La activa participación del senador Sixto Pereira, el parlamentario más afín y funcional al Presidente de la República, en el caso Ñacunday junto con el gobernador José Ledesma, compadre del Jefe de Estado, siembran demasiadas dudas sobre las motivaciones reales de las invasiones.   

Curiosamente también el Indert empezó a revisar las tierras de los brasiguayos en la zona de Alto Paraná. De ahí podrían saltar más casos de "excedentes" para los campesinos sin tierras.

Si le agregamos que el encargado de tomar intervención directa en el caso y armar reuniones en pleno Palacio de Gobierno es Miguel López, uno de los operadores  más leales de Lugo, tenemos armado un mosaico político donde las principales figuras son las más cercanas al Primer Mandatario. Los mismos que a inicios de esta administración intentaron presionar al Congreso y armar manifestaciones contra los parlamentarios para pedirles su renuncia.  

¿Puede prosperar una iniciativa en ese sentido? De hecho hasta ahora está funcionando, quizá no sea posible llegar a una suspensión de las elecciones o a instalar el caos permanente cuando todavía faltan dos años para las elecciones, pero bien podría ser el camino para embretar a los actores políticos para avenirse a una negociación que por ahora se muestra esquiva. Desde Brasil se sigue con atención el desarrollo de los acontecimientos. El apriete a los colonos brasileños y a sus descendientes podría llevar a revisar posiciones con relación a temas delicados como el  aumento de compensaciones o la construcción de la línea de transmisión de 500 kV de Itaipú.

En este entramado el PLRA se muestra postrado; atravesado por una interna inmisericorde que no le permite ver más allá.

El senador Blas Llano, presidente de los liberales, juega sus propias cartas pensando en su continuidad política. Hasta ahora sigue dándole vueltas a la reelección que busca el Presidente de la República. Reconoce que apoyar esa vía puede ser un camino para mantenerse. Pensando en eso, en el festejo partidario de mañana planteará una alternativa para oxigenar la reelección.

El Gobierno parece haber tomado el camino más delicado para buscar su continuidad. Se expone a que la crisis le explote en las manos y que finalmente termine perjudicando gravemente las posibilidades electorales.

Es verdad que los empresarios no ganan elecciones y que en los procesos electorales apuestan a más de un candidato. Pero no es menos  cierto que son los mejores conspiradores, más todavía cuando se trata de defender sus intereses.
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