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A principios de este mes decíamos que julio es cuando se recuerdan grandes momentos del fútbol de nuestro país. A mediados de esta semana estuvimos recordando la hazaña de Olimpia en la Bombonera, al dejar a Boca Juniors sin la posibilidad de lograr el tricampeonato y logrando por primera vez para Paraguay la preciada Copa Libertadores.
Olimpia estuvo siempre acostumbrado a lo imposible, a conseguir copas jugando en el exterior, apareciendo la jerarquía cuando más lo necesitaba, y ejemplos podemos citar a montones, con excelentes partidos fuera de casa. Yo no puedo olvidar uno de los mejores partidos que pude observar en la Copa Libertadores y que tuvo a Olimpia como gran protagonista, aquel 4-4 con Universidad Católica en el estadio San Carlos de Apoquindo en los cuartos de final del torneo de 1990, que el Decano terminaría ganando.
La Copa del 2002 no fue diferente. En varios partidos Olimpia tuvo que sacar su gran jerarquía porque enfrentó a rivales poderosos de esta parte del continente, a los que fue dejando atrás de gran manera, Boca Juniors y Gremio, por citar a algunos. Y ni qué decir lo sucedido en la final ante Sao Caetano; pero de eso nos ocuparemos un poco más adelante.
Haciendo un poco de historia, Olimpia empezaba el 2001 como el tetracampeón del fútbol paraguayo. Pero no fue el año que esperaban los franjeados; es más, en el Torneo Clausura había clasificado a la liguilla gracias a que Atlético Colegiales y Sportivo San Lorenzo no pudieron ingresar al mismo porque uno descendió.
Era Alicio Solalinde el técnico nombrado por Osvaldo Domínguez Dibb, pero antes del inicio de la pretemporada es nombrado Nery Alberto Pumpido. Pero no solo la contratación de Pumpido fue lo importante: Olimpia comenzó a adquirir a grandes figuras, una de ellas, Miguel Ángel Benítez, que volvía de España.
Nelson Zelaya era otro que volvía al club tras un año en Cerro Porteño. Mauro Caballero también retornaba después de su paso por Cerro, Tigres de México y Libertad. Y vaya que resultaría clave este retorno.
La idea clara de Domínguez Dibb era ganar el tercer título de América en el año del Centenario de la institución. Comenzó en un grupo complicado donde estaban el Once Caldas de Colombia, la Universidad Católica de Chile y el Flamengo de Brasil.
El primer juego del Decano fue en el Defensores del Chaco ante el Once Caldas, que comenzó ganando, pero rápidamente vino la respuesta a través de Richart Báez, autor también del segundo tanto. Pero al término de la primera etapa volvió a empatar el cuadro colombiano.
En la segunda etapa apareció el carácter que Olimpia mostraría en esta edición, y también marcaba presencia el "Peque", Miguel Benítez, que anotaba el gol del triunfo, el gol de ese 3-2 en una tarde cálida del mes de febrero cuando comenzaba el camino al tricampeonato.
Otro de los partidos clave donde se iba marcando el temple del equipo fue ante la Universidad Católica en Chile. Otra vez Olimpia pisaba el San Carlos de Apoquindo y ante un equipo que venía de ganar al Flamengo en Río de Janeiro. Un golazo de Juan Carlos Franco le dio el triunfo al Rey de Copas por 1-0.
El siguiente partido era en el Maracaná ante el Flamengo, donde Olimpia sacó un empate sin goles para recibir después a la Católica, con quien sacó un empate en el Defensores 1-1. Carlos Estigarribia fue el autor del empate en ese partido.
Gastón Córdoba y Richart Báez marcaron los goles en el triunfo ante el Flamengo en Asunción para conseguir la clasificación e ir a Colombia tranquilos. Y fue una derrota ante el Once Caldas por 2-1 con un tanto de Mauro Caballero. Se venían los octavos de final, y en la mira estaba el Cobreloa de Chile.
El primer partido se jugó en el desierto de Calama y fue suspendido al finalizar el primer tiempo por agresión al árbitro con un proyectil arrojado desde la tribuna local cuando el partido estaba igualado en un gol por sector. La Confederación Sudamericana de Fútbol resolvió darle el triunfo a Olimpia por 2-0. La revancha fue favorable al equipo paraguayo: 2-1. Se venían los cuartos de final y nuevamente Boca Juniors llegaba para enfrentar a Olimpia como bicampeón de América, igual que en el '79.
El 8 de mayo se disputó el primer partido en la Bombonera, donde nuevamente apareció la estirpe copera del viejo decano que consiguió un empate 1-1 a través de un gol en contra de Cristian Traverso. Una vez más, como tantas veces, el franjeado acallaba la Bombonera.
El partido de vuelta fue espectacular, la gente de Olimpia copó las gradas del Defensores esperando dejar atrás al campeón de América. Fue un típico partido de Copa Libertadores, donde el cuadro paraguayo mostró lo mejor de su repertorio en esta edición copera: el coraje y la garra. En la segunda etapa se vino la explosión de la gente cuando Néstor Isasi marcó el gol que le dio la clasificación a semifinales y la confirmación que Olimpia contaba con bases sólidas para pensar en el título.
A causa de la preparación de las selecciones de cara al Mundial de Corea-Japón, el torneo quedó paralizado y volvería a disputarse luego del certamen ecuménico.
Era el Gremio el que esperaba en semifinales, otro peso pesado se ponía frente al Rey, que ya estaba con la mira puesta en la final. El partido de ida fue intenso, se jugó en el Defensores, y el resultado fue 3-2 favorable con una gran actuación del que ya se iba convirtiendo en el gran referente del equipo, Sergio Orteman, que marcó dos goles. El otro tanto fue un golazo de Miguel Benítez.
El segundo partido tuvo de todo: Gremio ganó 1-0 y los penales esperaban para definir al finalista. Allí pasó de todo, con el dirigente de Gremio metido en el campo incluido, la tanda de penales terminó con Olimpia instalado nuevamente en la final de la Copa Libertadores de América.
Esta vez el que aparecía como rival era el Sao Caetano, equipo revelación del Brasil en ese entonces pero sin historia para aguantar a Olimpia; al menos eso era lo que pensábamos todos.
Ante un Defensores colmado se jugó el primer partido que nos dejó un sorprendente 1-0 a favor del equipo brasilero. Fue una semana dura para los miembros del plantel, con declaraciones fuertes del presidente Domínguez Dibb, que incluso amenazó con no viajar a Sao Paulo para ver el partido.
El mítico Pacaembú fue la sede de la final de la Libertadores 2002. Hasta allí fue Olimpia para tratar de dar vuelta la serie. Unos 3.000 hinchas franjeados estuvieron en el estadio. Y la cosa no venía bien, porque al término de la primera etapa ganaba el Sao Caetano 1-0.
Y para la segunda etapa, Olimpia decidió tirarle al Azulao toda su historia, sacó su gran chapa de equipo copero y lentamente se fue llevándolo hacia su arco a su rival. Gastón Córdoba marcaba el gol de la igualdad.
Decíamos que había sido una semana final tras la primera final y uno de los más cuestionados era Richart Báez. Y fue el capiateño el encargado de marcar el segundo, el que le daba la posibilidad al Rey de Copas de llegar a los penales. Yoda Sudamérica ya estaba consciente de que la Libertadores se iba a Paraguay.
Y los penales dieron el tercer título de mejor equipo de América a Olimpia con aquel recordado tiro penal de Mauro Caballero. Los de Brasil no fueron efectivos en la tanda y los paraguayos sí.
Este 31 de julio se cumplen nueve años de aquel inolvidable momento donde Olimpia dio muestras una vez más de su gran clase a nivel internacional, regalándole a sus parciales el título de campeón en su centenario.
Pasó casi una década pero seguimos recordando a un equipo de hombres, a un equipo que, quizás, no jugaba lindo, pero tenía un convencimiento de aquello que querían y lo hicieron saber en todas las canchas por donde pasaron: en Asunción, Santiago, Río de Janeiro, Manizales, Calama, Buenos Aires, Porto Alegre, y la gran lección de temple, coraje y jerarquía en el Pacaembú de Sao Paulo.