La importancia de las hojas de los árboles para almacenar CO2

En un estudio a gran escala con casi 400 socios, investigadores de todo el mundo recopilaron datos sobre especies de árboles para entender la importancia de sus hojas en el almacenamiento de CO2.

Al cuantificar la distribución de los tipos de hojas de los árboles y su correspondiente biomasa, e identificar las regiones donde el cambio climático ejercerá una mayor presión sobre los tipos de hojas actuales, estos hallazgos permitirán mejores predicciones sobre el funcionamiento futuro de los ecosistemas terrestres y el ciclo del carbono.
En un estudio a gran escala con casi 400 socios, investigadores de todo el mundo recopilaron datos sobre especies de árboles para entender la importancia de sus hojas en el almacenamiento de CO2.Sebastian Carrasco

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Al cuantificar la distribución de los tipos de hojas de los árboles y su correspondiente biomasa, e identificar las regiones donde el cambio climático ejercerá una mayor presión sobre los tipos de hojas actuales, estos hallazgos permitirán mejores predicciones sobre el funcionamiento futuro de los ecosistemas terrestres y el ciclo del carbono.

El ciclo del CO2 juega un papel importante en el estado de la atmósfera, la biosfera y, por tanto, nuestro clima.

Los árboles son el sumidero de carbono más importante, ya que absorben y almacenan CO2 a través de sus hojas.

Los humanos, por el contrario, emitimos principalmente CO2 mediante el uso de combustibles fósiles y exacerbamos el desarrollo mediante la tala de árboles que almacenan CO2.

Comprender los diferentes tipos de hojas de los árboles es crucial para comprender su papel en los ecosistemas terrestres, incluida la dinámica del carbono, el agua y los nutrientes.

La importancia de las hojas de los árboles, las que ahorran agua

Las hojas de coníferas se diferencian de las hojas de hoja caduca en que ahorran agua, pero por lo tanto tienen una menor productividad de biomasa.

Los árboles de hoja caduca se han adaptado a las condiciones climáticas estacionales. Pueden crecer donde los árboles de hoja perenne no pueden, es decir, en zonas propensas a heladas o sequías.

“Sin embargo, nuestro conocimiento sobre los factores que influyen en los tipos de follaje de los bosques es todavía limitado, por lo que no sabemos exactamente cuál es la proporción mundial de árboles coníferos y con follaje, así como de árboles de hoja perenne y caducifolios”, dice en un comunicado el doctor Andreas Hemp del Departamento de Sistemática Vegetal de la Universidad de Bayreuth, que participó en el estudio, publicado en Nature Plants.

Para cerrar esta brecha, casi 400 investigadores de todo el mundo han aportado datos.

La importancia de las hojas de los árboles, perennes y caducas

Esto ha resultado en una evaluación global, basada en el terreno, de la variación en los tipos de hojas forestales al fusionar datos de casi 10.000 parcelas de inventario forestal con registros de la base de datos internacional Plant Trait Database TRY sobre la forma de las hojas (caducifolios versus coníferos) y el hábito (perennifolios versus coníferos).

“Descubrimos que la variación global en la longevidad de las hojas (hábito de las hojas) depende principalmente del grado de variación estacional de la temperatura y de las propiedades del suelo, mientras que la forma de las hojas está determinada principalmente por la temperatura”, dice Hemp. Para que las hojas cumplan su importante función en el ecosistema, estas condiciones deben ser las adecuadas.

Como resultado de este inventario forestal, los investigadores suponen que el 38% de los árboles de todo el mundo son coníferas de hoja perenne, el 29% son árboles de hoja perenne, el 27% son árboles de hoja caduca y el 5% son coníferas de hoja caduca.

Así, estos tipos de árboles corresponden al 21%, 54%, 22% y 3%, respectivamente, de la biomasa aérea de los bosques, es decir, entre 18 y 335 gigatoneladas.

El estrés sobre los árboles

“Además, suponemos que hacia finales de siglo al menos el 17% y hasta el 38% de las áreas boscosas estarán expuestas a condiciones climáticas que actualmente favorecen un tipo de bosque diferente al actual, lo que ilustra la intensificación de los cambios climáticos por estrés sobre los árboles en determinadas regiones”, señala Hemp.

“En las zonas de bosques naturales se debe y se puede confiar en la adaptabilidad de la naturaleza; en los bosques cultivados, como en Europa, a veces hay que pensar en la reconversión forestal, que también es necesaria aquí por otras razones, por ejemplo cuando se piensa en monocultivos de árboles”, añade.

“Por ejemplo, cuando se piensa en monocultivos de plantaciones de árboles con abetos que no se adaptan al lugar”, revela.

Al cuantificar la distribución de los tipos de hojas de los árboles y su correspondiente biomasa, e identificar las regiones donde el cambio climático ejercerá una mayor presión sobre los tipos de hojas actuales, estos hallazgos permitirán mejores predicciones sobre el funcionamiento futuro de los ecosistemas terrestres y el ciclo del carbono.

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