Deadpool, más anárquico

Las películas de superhéroes han entrado en una fórmula que parece sin salida. En cada nueva producción que Marvel o DC lanzan la apuesta es cada vez más alta en todo, pero siempre sobre la misma propuesta: Los superhéroes deben enfrentarse a una amenaza cada vez mayor.

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Así, han salvado a la Tierra en más de una ocasión. Afortunadamente, hay algunos casos que salen de esta fórmula, como es Deadpool, un personaje anárquico quien vino a romper todos los esquemas no tomándose nada en serio.

Deadpool realmente es un outsider para el que no hay reglas. Habla al público, se burla de la película en sí, de otros personajes (inclusive de franquicias diferentes). En fin, sorprende, pero no lo hace apelando a la espectacularidad, sino respetando la inteligencia del espectador.

En esta segunda película, Deadpool pierde a su amada, y él asume toda la culpa. Intenta eliminarse pero no puede. El X Men Coloso lo rescata y lo lleva a la mansión del Profesor Xavier. Allí integrará un grupo que rescata a jóvenes mutantes y conocerá a un niño que es perseguido por Cable, un mutante que ha venido del futuro para matarlo. Deadpool se propondrá salvarlo.

En una película ágil y disparatada, dirigida por David Leitch, el mismo que el año pasado nos presentaba “Atómica”, otra película basada en un cómic pero no de superhéroes.

En esta secuela del antisuperhéroe bocón, la historia toca temas como el bullying y la necesidad de establecer vínculos que nos empoderen de la forma en que solo el amor y la amistad verdadera pueden hacerlo. Todo esto, sin necesidad de una mega invasión alienígena. sferreira@abc.com.py

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