Un ejemplo de político eficiente y absolutamente honesto

Enrique Bordenave fue un político ejemplar. Su capacidad intelectual la puso al entero servicio de la patria y tuvo una honestidad acrisolada en el cumplimiento de altas funciones gubernamentales. Su biografía aparecerá el domingo 7 con el ejemplar de nuestro diario como parte de la colección Gente que hizo Historia, editada por ABC Color y la editorial El Lector.

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El libro fue escrito por el periodista Adrián Cattivelli, quien en esta entrevista se refiere a Bordenave.

–¿Cuáles eran las características humanas de Enrique Bordenave?

–Sin dudas, era un hombre con una formación intelectual notable. Un excelente orador y un conocedor de varias lenguas extranjeras, lo cual le fue de gran utilidad en los cargos que ocupó vinculados con la política exterior paraguaya. Además, cabe señalar que fue docente en la Facultad de Derecho.

–¿Qué funciones cumplió en el gobierno de Félix Paiva?

–Tras el convulso año y medio de la denominada Revolución Febrerista (1936-1937), Bordenave fue nombrado ministro de Hacienda por el presidente Paiva. En ese cargo primó su sentido de austeridad, eficiencia y honestidad. En una ocasión echó a los gritos de su casa a un funcionario que le proponía hacer un negociado con la compra de un vehículo oficial, un artículo prácticamente de lujo en aquella época.

–Siempre fue un hombre honesto.

–Enrique Bordenave era un hombre insobornable. Ojalá hoy muchos servidores públicos imitaran sus profundos valores éticos y humanos.

–Su deceso fue inesperado.

–Inesperado y prematuro. Falleció con apenas 51 años de edad. Algo lamentable, puesto que podía haber dado un aporte aún más significativo en caso de tener una vida más prolongada.

–¿Cuál fue la reacción de la sociedad ante esto?

–Su deceso fue muy sentido, al punto que el anuncio del mismo ocupó las portadas de los diarios de la época. Muchas personalidades asistieron a sus funerales y llegó a declararse luto oficial en las filas del Partido Liberal, por entonces en función de gobierno. Durante los días siguientes se siguieron publicando en los periódicos los discursos pronunciados por las más diversas figuras públicas en su inhumación. En fin, fue un hecho que causó una profunda impresión en la sociedad.

–Murió en 1940, ¿no?

–Sí, su muerte fue un hecho lamentable, pero evitó que viera caer el país que tanto amaba en manos de un tirano despótico (el general Higinio Morínigo), algo que desde luego él no hubiera tolerado porque era un hombre amante de la libertad y la democracia.

–¿Qué rol cumplió Bordenave para la venida de los menonitas al Chaco?

–En su función de senador, impulsó con énfasis en 1921 la aprobación de un proyecto de ley que favorecía la venida de los menonitas al Paraguay y su instalación en el Chaco.

–Pero hubo sectores que se opusieron a eso.

–La norma, que contó que el empecinado rechazo de los colorados, fue de suma gravitación para el país. Bordenave la entendía no solo como un apoyo al progreso de una zona muy poco habitada, sino como una forma de tomar posesión efectiva del Chaco, cuyos límites estaban en entredicho con Bolivia. Fue una decisión estratégica.

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