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El trámite del partido conoció de una dinámica y un nivel altísimo de exposición futbolística. Ambos equipos con una identidad bien definida. Los dos entienden perfectamente que el fútbol es una disciplina colectiva de juego asociado. Por lo tanto, sus buenas individualidades están al servicio de la causa y de nadie en particular. El partido fue de aquellos que uno se solaza por la calidad del espectáculo. Ritmo, dinámica, un ida y vuelta con situaciones cambiantes. Pero le faltó la esencia: el gol. Un tiempo para cada uno. En el primer lapso Guaraní fue una verdadera máquina de dilapidar situaciones claras para definir. Tuvo posesión de la pelota y, consecuentemente, trasladó el trámite del partido a la zona defensiva de Nacional. El Albo demostró solidez en el fondo y aguantó la presión. Jugó de contra y también llegó a preocupar a Aurrecochea.
En la complementaria vimos la contracara de la misma moneda. Nacional con el protagonismo y Guaraní de contra.
Gustavo Morínigo metió bisturí para una cirugía mayor y realizó dos cambios para el arranque. Miers por Mendoza y Cristaldo por Cáceres Cañete, muy lento para la vorágine de un partido electrizante. El equipo mejoró aún más su propuesta. Pero, al igual que Guaraní, Nacional se cansó de malograr situaciones. Siempre ancha la pelota. El palo y los arqueros también aportaron para mantener el cero. ¿Y si movíamos los arcos? Como pocas veces, el resultado no refleja la calidad del espectáculo.
bmartinez@abc.com.py