Hallan al menos tres debilidades en el sistema tributario del país

Nuestro sistema impositivo actual adolece de tres debilidades fundamentales: baja presión tributaria, escasa incidencia de impuestos directos y alto gasto tributario, según observa el exministro de Hacienda, Dionisio Borda, para quien la relación entre impuestos directos e indirectos se ha mantenido bastante estable en el Paraguay a lo largo de los años.

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Las tasas impositivas bajas y la baja presión tributaria limitan el desarrollo del país y no son, como se cree, una ventaja para atraer inversiones y fortalecer la competitividad económica, sostiene Borda en un artículo titulado “Las debilidades del sistema tributario paraguayo” publicado en el último número de la revista del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (Cadep).

En realidad, la competitividad de una economía depende más bien de la fortaleza de sus instituciones, de la calidad de sus servicios públicos, del desarrollo de su capital humano y de la infraestructura disponible. Prueba de ello es que, teniendo niveles impositivos bajos, el Paraguay ocupa uno de los últimos lugares en el ranking de competitividad internacional, la ubicación 120 entre 144 países según el último reporte del World Economic Forum. Mejor posicionados se encuentran países de la región relativamente similares como Uruguay (80) y Bolivia (105), cuyas tasas impositivas y presión tributaria son más elevadas.

Diferencias

Esa desigual presión tributaria está explicada, parcialmente, por las diferencias de tasas impositivas y de rendimiento de los principales impuestos. La tasa del impuesto a la renta corporativa del Paraguay (10%) es menor que la de Bolivia (25%) y de Uruguay (25%), así como del ingreso generado por este impuesto: Paraguay (2,5% del PIB), Bolivia (5,1%) y Uruguay (7,0%). La misma tendencia se observa en las tasas del impuesto al valor agregado: Paraguay (10%), Bolivia (13%) y Uruguay (23%) y en el ingreso generado por el IVA, de 6,4%, 10,0% y 8,8% del PIB, respectivamente. Las diferencias de rendimiento pueden obedecer a los grados de alcance de las alícuotas en la base tributaria y, en menor medida, al nivel de cumplimiento de la ley tributaria en cada país.

En definitiva, está claro que las tasas impositivas bajas y la baja presión tributaria no determinan automáticamente una mayor competitividad y, en cambio, la insuficiencia de recursos fiscales resta fortaleza al crecimiento económico y al desarrollo humano, según observa el extitular de la cartera de Hacienda.

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