Paraguay sigue el libreto brasileño en Itaipú

Enio Verri, director brasileño de Itaipú, dijo en Brasil que la discordia con Paraguay en relación con la hidroeléctrica es “mayor que nunca”. Ojalá fuera así, porque ello significaría que nuestro país está realmente reclamando lo que le corresponde, que no es otra cosa que un precio justo por sus excedentes energéticos, pero claramente no es el caso. Prueba de ello es que el mismo Verri añade que el “impasse”, supuestamente tan serio, quedaría resuelto ya este mes. Antes bien se parece a una de las típicas estratagemas brasileñas para aprovechar que el propio gobierno de Santiago Peña pone el énfasis en lo secundario, la tarifa, y así desviar la atención de lo principal y postergar por tiempo indefinido la restitución de los legítimos derechos paraguayos en la binacional.

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Enio Verri, director brasileño de Itaipú, dijo en Brasil que la discordia con Paraguay en relación con la hidroeléctrica es “mayor que nunca”. Ojalá fuera así, porque ello significaría que nuestro país está realmente reclamando lo que le corresponde, que no es otra cosa que un precio justo por sus excedentes energéticos, pero claramente no es el caso. Prueba de ello es que el mismo Verri añade que el “impasse”, supuestamente tan serio, quedaría resuelto ya este mes. Antes bien se parece a una de las típicas estratagemas brasileñas para aprovechar que el propio gobierno de Santiago Peña pone el énfasis en lo secundario, que es la tarifa de Itaipú, y así desviar la atención de lo principal y postergar por tiempo indefinido la restitución de los legítimos derechos paraguayos en la binacional.

Parafraseando a Napoleón, si tu adversario está cometiendo un error, no lo molestes, trata de alentarlo. Es exactamente lo que hace Brasil. La tarifa de Itaipú no es un tema fundamental para nuestro vecino, mucho menos motivo de gran “discordia”. Aparentará ponerse duro, pero con toda seguridad estará más que dispuesto a llegar a un punto intermedio y dar con ello la impresión de que le está haciendo a Paraguay una gran concesión. Para Brasil lo verdaderamente importante es seguir contando por todo el tiempo que le sea posible con el sobrante del 50% de Paraguay a cambio de una ínfima “compensación”. Si Paraguay insiste en lo primero y no en lo segundo, para ellos bienvenido sea.

Tan admirablemente hábiles son los brasileños que han conseguido que gran parte de la opinión pública paraguaya esté convencida de que la reivindicación nacional en Itaipú pasa por la tarifa. Para ello le bastó apoyarse un poco en el lógico desconocimiento de la gente que no está en el tema y mucho en la codicia de los gobiernos de turno y de un amplio sector de la clase política y de la tecnocracia cercana al poder, a los que solo les interesa tener una fuente fácil y rápida de recursos para poder gastar discrecionalmente y para sostener privilegios.

La gente tiene que entender que una cosa es la tarifa de Itaipú y otra muy distinta el precio que recibe Paraguay por su energía. La tarifa de Itaipú es el precio de costo, es lo que le cobra Itaipú tanto a la operadora estatal brasileña (antes Eletrobras, ahora ENBpar) como a la ANDE por la contratación de potencia y el retiro de electricidad. Dado que Itaipú es una entidad sin fines de lucro, tal tarifa, de acuerdo con el Tratado, debe resultar del prorrateo de todos los costos de operación, mantenimiento y financieros por cada unidad de potencia contratada.

Lo que ocurre es que, al terminar de cancelarse la deuda en febrero de 2023, esos costos, y por ende la tarifa, cayeron dramáticamente. Brasil sostiene que la tarifa correcta es de 16,71 dólares el kilovatio/mes y algunas fuentes técnicas brasileñas afirman incluso que es de 10 dólares el KWm. Lo que propone Paraguay es elevarla por encima del costo real, a 20,75 dólares el KWm, o incluso a 22 dólares el KWm, y dividirse con Brasil la diferencia en partes iguales.

Dependiendo de la brecha que se termine acordando, tal diferencia sería, cuanto mucho, de aproximadamente 500 millones de dólares, 250 millones para cada país, monto irrelevante para Brasil, pero interesante para Paraguay, especialmente para la clase política, deseosa de entrar en la repartija de “gastos sociales”.

Lo que argumentan los que defienden esta posición es que Brasil contrata el 70% de la potencia de Itaipú y Paraguay el 30%, por lo cual dicha diferencia será solventada en un ratio de 70/30. Lo que no dicen es que es a costa del consumidor paraguayo. Para el consumidor brasileño es igual, porque lo que hace ENBpar es revender la energía contratada, incluyendo la porción paraguaya, entre 150 operadores privados del desmonopolizado mercado eléctrico brasileño, pero la ANDE de alguna manera debe trasladar el costo a los usuarios, ya sea en su tarifa doméstica, ya sea en términos de retraso de necesarias inversiones.

Al margen de todo ello, el problema es otro. Paraguay tiene todavía en Itaipú unos 20 millones de megavatios/hora de excedentes al año y se estima que, aun incrementando fuertemente la demanda interna, todavía tardará al menos 10 años en utilizar todo su 50%. Actualmente está obligado a cederle su sobrante a Brasil, que por ello le paga a Itaipú el precio de costo (tarifa) y a Paraguay una “compensación” de unos 10 dólares el MWh, una cifra irrisoria y arbitraria, alejada de cualquier criterio de valor de mercado.

Brasil pretende continuar todo lo que pueda con este esquema, que le es sumamente favorable, por lo que tratará de retrasar al máximo la revisión del Anexo C o potenciales acuerdos sobre comercialización de esos excedentes. Pero lo que corresponde es que Brasil le pague a Paraguay el precio de mercado o permita que sea Paraguay, y no ENBpar, el que subaste su propia energía y obtenga las rentas que le pertenecen. Puede que ahí sí haya importantes desacuerdos, pero después de cincuenta años, con la central ya amortizada tras pagar una deuda exorbitante de 63.000 millones de dólares en beneficio del Brasil y detrimento del Paraguay, con un lucro cesante calculado en más de 70.000 millones de dólares que ha dejado de percibir nuestro país por su energía, ya no quedan excusas, es hora de que se haga justicia.

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