Acueducto

La primera fase del proyecto de acueducto del Chaco se inició en noviembre de 2012, con un plazo de 12 meses para su terminación. Lamentablemente, debido a la desidia, inoperancia y corrupción por parte de los burócratas de la Dirección de Agua Potable y Saneamiento del MOPC, y la acostumbrada desfachatez de los empresarios viales asuncenos metidos esta vez en la construcción de un acueducto, el saldo neto del estratégico emprendimiento social y económico es simplemente vergonzoso. Aunque la construcción de la estación de captación, tratamiento y bombeo de la Victoria, así como los dos reservorios ubicados en Loma Plata están terminados, el tendido de la tubería entre ambas instalaciones, en una longitud de 202 km, tiene un inadmisible atraso. Se trata de una obra de importancia capital para la vasta y rica región del Chaco, cuyo desarrollo está postergado, una vez más, por la ineptitud de gobernantes y empresarios cortesanos acostumbrados a rapiñar las arcas públicas atrasando la construcción de las obras como excusa para aumentar su costo, realizándolas en forma deficiente o sobrefacturándolas. Es el “viejo rumbo” que el presidente Horacio Cartes hasta ahora no corrige.

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En cuanto a finalidad, el proyecto del acueducto del Chaco Central destinado a proveer agua potable a unas 70.000 personas en unas 17 comunidades de la región es, sin duda, la más emblemática iniciativa gubernamental desde que el presidente Eligio Ayala decidió autorizar el asentamiento de los primeros colonos menonitas en la entonces inhóspita región. Hasta aquella fecha, los únicos habitantes –con excepción de algunos pocos corajudos pioneros ganaderos– eran las etnias originarias.

Por su parte, estos esforzados inmigrantes de ascendencia alemana provenientes de Canadá y Rusia que resolvieron establecerse en el “infierno verde” de la leyenda estaban destinados no solo a abastecer con alimentos al Ejército del Chaco, sino con posterioridad a toda la población paraguaya de la Región Oriental, pese a la crítica escasez de agua en la vasta región.

Así, pues, la decisión del Gobierno nacional de construir un acueducto para abastecer de agua potable a las colonias menonitas de Loma Plata, Filadelfia, Neuland y las numerosas comunidades circundantes, como Cruce Loma Plata, Cruce Pioneros, Yalve Sanga y otras, tenía la mística connotación de una postergada reivindicación social y económica por parte del Estado paraguayo en favor de los esforzados colonos menonitas y los pueblos originarios que, poblando el Chaco, cumplieron la misión de afirmar la soberanía nacional.

La primera fase del proyecto se inició en noviembre de 2012, con un plazo de 12 meses para su terminación, prorrogado posteriormente. ¿Cuál es la situación actual en cuanto al avance o completamiento del proyecto, cuando han transcurrido tres años desde la orden de inicio de los trabajos? Lamentablemente, debido a la desidia, inoperancia y corrupción por parte de los burócratas de la Dirección de Agua Potable y Saneamiento (Dapsan), dependiente del Gabinete del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, y la acostumbrada desfachatez de los empresarios viales asuncenos metidos esta vez en la construcción de un acueducto, el saldo neto del estratégico emprendimiento social y económico es simplemente vergonzoso.

Aunque la construcción de la estación de captación, tratamiento y bombeo de La Victoria, así como los dos reservorios ubicados en Loma Plata están terminados y han sido entregados provisoriamente por los contratistas –CDD, el primero, e Ing. Hugo Navarro, el segundo–, el tendido de la tubería entre ambas instalaciones, en una longitud total de 202 kilómetros, tiene un inadmisible atraso, imputable a la corrupción y la desidia de los concusionarios del MOPC, incluidos los ministros que pasaron por esa secretaría de Estado durante los anteriores gobiernos de Fernando Lugo y Federico Franco.

A propósito de este último, cabe recordar que en agosto de 2012, en ocasión de asistir a la Expo Rodeo Trébol, expresó fanfarronamente con referencia al acueducto: “Ojalá, antes de retirarme el 15 de agosto (2013), inauguremos aquí la obra”. Dos años y medio después, el acueducto, adjudicado a empresas vialeras de Asunción en vez de a los propios menonitas, tiene un avance de apenas el 44% el primer tramo de La Victoria al Km. 101,4, en tanto que el segundo, desde este punto hasta Loma Plata, tiene una progresión de solo 31%.

La administración del ministro Ramón Jiménez Gaona ciertamente ha procurado reactivar el virtualmente parado emprendimiento del tendido de la cañería aductora. Perdió inútilmente siete meses evaluando el paralizado emprendimiento, para en el final optar por rescindir el contrato a la empresa brasileña asignada para la provisión de tuberías, Edra Saneamiento Básico, financieramente quebrada, aceptando que la empresa aseguradora, La Consolidada, asuma la responsabilidad de proveer el material faltante.

Es de esperar que, una vez subsanado el inconveniente de la falta de tubos, el ministro Jiménez Gaona aplique las penalidades que correspondan a los consorcios que han incurrido en atrasos no justificables o en mala ejecución de los trabajos de tendido de tuberías, como el consorcio de empresas ABH SA-CONSTRUCTA SA-TAIVO SA, responsable del segundo tramo, que colocó los caños deficientemente en una extensión de 11 kilómetros y que hasta la fecha aún no ha completado su corrección. El consorcio de empresas responsables del primer tramo es PS, compuesto por S y S Construcciones SA y Pilar Constructora SRL.

La ciudadanía vería también con buenos ojos que el ministro Jiménez Gaona dé a conocer el resultado de la investigación llevada a cabo al asumir el cargo con referencia a una supuesta sobrefacturación en la licitación para provisión de tubos para el acueducto durante la administración de Efraín Alegre, presunción detectada a nivel interno durante la gestión del ministro Cecilio Pérez, quien lo reemplazó en el cargo.

Se trata de una obra de importancia capital para la vasta y rica región del Chaco, cuyo desarrollo está postergado, una vez más, por la ineptitud y la corrupción de gobernantes y empresarios cortesanos acostumbrados a rapiñar las arcas públicas atrasando la construcción de las obras como excusa para aumentar su costo, realizándolas en forma deficiente o sobrefacturándolas. Es el “viejo rumbo” que el presidente Horacio Cartes hasta ahora no corrige.

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