Intolerable negligencia de las autoridades municipales

Toda persona que transita por las calles de nuestra capital sufre cotidianamente en sus pulmones el terrible impacto que representan las pestilentes emisiones de humo negro de los escapes de vehículos en malas condiciones mecánicas, sobre todo ómnibus del transporte de pasajeros. Cuesta entender la incuria de las autoridades de la Municipalidad de Asunción, fundamentalmente el ejecutivo comunal, Arnaldo Samaniego, por no ordenar a sus inspectores la permanente verificación del grado de contaminación de los automotores y el castigo con fuerte multa a quienes tan abiertamente la generan. Si esta mínima tarea de resguardar la salud de los vecinos no es capaz de llevar adelante el intendente, es muy difícil imaginar que esté en condiciones de asumir y enfrentar desafíos de proporciones aún mayores.

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Toda persona que transita por las calles de nuestra capital sufre cotidianamente en sus pulmones el terrible impacto que representan las pestilentes emisiones de humo negro de los escapes de vehículos en malas condiciones mecánicas, sobre todo ómnibus del transporte de pasajeros. Cuesta entender la incuria de las autoridades de la Municipalidad de Asunción, fundamentalmente el ejecutivo comunal, Arnaldo Samaniego, por no ordenar a sus inspectores la permanente verificación del grado de contaminación de los automotores y el castigo, con fuerte multa, a quienes tan abiertamente la generan.

La contaminación es flagrante y visible para cualquiera, que ni hace falta poseer un detector especial tecnológicamente sofisticado para comprobar el humo infecto y nauseabundo que sale de los caños de escape de muchos vehículos, principalmente ómnibus chatarra, que circulan por la capital y el área metropolitana.

Basta pararse en una esquina cualquiera de Asunción para sufrir en los pulmones el pavoroso impacto de cientos de vehículos que poluyen impúdicamente el aire de nuestra ciudad, sin que un solo inspector municipal esté presente para corregir esta lamentable realidad.

Esto tiene un efecto pernicioso en la calidad de vida de los habitantes de nuestra capital, quienes se ven forzados a respirar un aire fuertemente contaminado que pone en riesgo su salud, con afecciones respiratorias y pulmonares especialmente en niños y adultos mayores.

Hace algún tiempo, un estudio sobre la calidad del aire en Asunción, elaborado conjuntamente entre el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la empresa Petrobras, detectó que la capital del país padece una grave contaminación del aire, muy por encima de los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y apenas por debajo de los índices ostentados por Santiago de Chile.

Aquel informe revelaba que los puntos críticos de Asunción son las intersecciones entre Cerro Corá y Brasil, Mariscal López y San Martín, Mariscal López y Venezuela, Artigas y Tomás Lombardo, España y Ayala Velázquez, Santa Teresa y Aviadores del Chaco, Sacramento y Cervantes, así como Aviadores del Chaco y Madame Lynch. Las personas que viven o transitan por esas zonas están sometidas a unos niveles de toxicidad realmente alarmantes.

La grave situación se ha originado, entre otras cosas, en la desproporcionada cantidad de vehículos en deplorables condiciones –entre los que ocupan un lugar tristemente privilegiado los ómnibus chatarra– los cuales, debido a su vetustez y falta de mantenimiento, despiden un humo negro que torna cada vez más irrespirable el aire de la capital.

Cabe que todas las instituciones estatales afectadas, como la Secretaría del Ambiente (Seam), la Secretaría de Transporte del Área Metropolitana (Setama), la Comuna capitalina y las intendencias de las principales ciudades que rodean Asunción, asuman su responsabilidad, encargándose de controlar y sancionar las emisiones de humo negro.

En lo que respecta a la Intendencia de Asunción, es preciso señalar que esta cuenta con la normativa que castiga las emisiones de humo negro, solo resta que su titular se decida a hacerla cumplir como corresponde.

Bastará que la Dirección de Gestión Ambiental de la Municipalidad saque a la calle a sus inspectores y los pare en las esquinas –al menos en aquellas mencionadas en el informe del PNUMA– para que realicen sus mediciones, aunque más no sea “a ojo”. En cuestión de escasos minutos encontrarán docenas de infractores a quienes aplicar las multas previstas en la ordenanza que establece sanciones a los emisores de contaminantes.

Si esta mínima tarea de resguardar la salud de los vecinos que habitan la capital no es capaz de llevar adelante el intendente municipal de Asunción, es muy difícil imaginar que esté en condiciones de asumir y enfrentar desafíos de proporciones aún mayores.

De allí que sea oportuno exhortar a la ciudadanía a ponderar este tipo de circunstancias para, en próximas justas electorales, apostar por candidatos a intendentes y concejales afectos al trabajo, que se muestren proactivos y conscientes de sus responsabilidades.

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