Nuevo Gobierno y libertad de prensa

Tras unos comicios libres y transparentes, Horacio Cartes asumirá dentro de una semana la presidencia de la República. No se puede ignorar que nuestro régimen democrático afronta serias amenazas, que deben ser enfrentadas con decisión porque pueden socavarlo hasta el punto de derrumbarlo, y en primer término figura la corrupción. Urge combatirla aplicando el rigor de la ley. La moral pública tiene que ser restaurada. La prensa libre, principal fundamento, sostén y protección de un régimen democrático, es un instrumento de mayor valor para desenmascarar a los ladrones disfrazados de funcionarios y a sus cómplices disfrazados de empresarios. La prensa libre espera cumplir sus funciones durante el gobierno de Cartes en las mismas condiciones en las que las realiza hoy. 46 años de ensayos y errores permiten a ABC Color afirmar que, mientras menos restricciones políticas sufre, la prensa funciona mejor y presta servicios más útiles a la sociedad.

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ABC Color festeja hoy su 46º aniversario en un régimen de libertad, tal como lo viene haciendo desde su reaparición en 1989. Nos satisface que la democracia, por cuya conquista, consolidación y ampliación bregamos, tenga ya una vigencia continuada de casi un cuarto de siglo. Creemos en la libre competencia de las ideas y en el Estado de Derecho, es decir, en un sistema en el que la ley, sancionada por los representantes del pueblo periódicamente elegidos, rija para gobernantes y gobernados por igual. En ese sentido, aún hay mucho que hacer para que los postulados de la Constitución se hagan plena realidad, pero, no obstante, los paraguayos podemos congratularnos de haber dejado atrás el autoritarismo paralizante sin caer en la anarquía destructiva.

Aunque en la última crisis política nuestra soberanía haya sufrido un injusto atropello por parte de los Gobiernos de algunos países vecinos, hemos resistido a las presiones, conservando la dignidad; somos un país libre y soberano, donde se quiere vivir en libertad.

No se puede ignorar, sin embargo, que nuestro régimen democrático afronta serias amenazas, que deben ser enfrentadas por todos con decisión porque pueden socavarlo hasta el punto de derrumbarlo. Entre ellas, la más grave es la corrupción que campea en el aparato estatal y que desde allí puede extenderse a sectores cada vez más amplios de la población. Urge combatirla aplicando el rigor de la ley a quienes utilizan cargos públicos para enriquecerse ilícitamente. Es intolerable observar cómo se trafican influencias, se sobrefacturan adquisiciones, se amañan licitaciones, se exigen sobornos, se venden sentencias o se practican el prebendarismo y el nepotismo llenando de paniaguados el aparato estatal. La moral pública tiene que ser restaurada. Es vergonzoso que los órganos del Estado se hallen tan inficionados por prácticas delictivas que hacen al Paraguay figurar entre los países más corruptos del continente según la percepción de sus propios habitantes. Es indignante que el robo colosal del dinero público no solo retrase sino hasta impida cubrir las necesidades insatisfechas de tantos paraguayos. Los fondos sustraídos a la salud y la educación van a parar a manos de unos cuantos delincuentes de guante blanco que no deberían estar en el escritorio de una institución pública sino más bien en la celda de alguna cárcel.

La corrupción desaforada impide reducir la desigualdad social, que es la otra gran amenaza que se cierne sobre el sistema democrático. Derrotar a la pobreza, que afecta sobre todo a la población rural, constituye un enorme desafío. Que el campesino acceda a la tierra, que sepa cultivarla y que sus productos lleguen a los mercados a través de una buena red vial, y que los jóvenes paraguayos sean capacitados para el trabajo y obtengan un empleo digno, requieren una sensata acción concertada de los sectores público y privado. Es inadmisible que haya hogares donde las necesidades básicas no están cubiertas, mientras los ladrones de fondos públicos y los especuladores nadan en la abundancia. Ningún habitante del Paraguay debería pasar hambre. La enorme desigualdad en la distribución de la riqueza que existe en nuestro país conspira contra la libertad de todos en la medida en que los más desesperados con toda razón pueden verse tentados a seguir banderas que ya trajeron la opresión a otras sociedades, sin eliminar la pobreza, sino, por el contrario, incrementándola.

Tras unos comicios libres y transparentes, Horacio Cartes asumirá dentro de una semana la presidencia de la República. Queremos creer que no llega a tan alto cargo para robar ni para dejar robar –que es lo mismo–, como ha ocurrido con muchos de sus antecesores. Posiblemente no podrá controlarlo todo, por lo que deberá rodearse de personas honestas, de carácter, que tengan el coraje de ponerle al tanto de todo manejo irregular de la cosa pública por parte de alguno de sus propios compañeros en el Gobierno. Para ello contará también con la inestimable ayuda de una prensa libre, que en forma permanente está denunciando los focos de corrupción y a la que esperamos preste atención. La prensa libre, principal fundamento, sostén y protección de un régimen democrático, es el instrumento de mayor valor que tiene una república para desenmascarar a los ladrones disfrazados de funcionarios y a sus cómplices disfrazados de empresarios. Ella es la artillería que los capitanes del Gobierno pueden emplear para desenmascarar a los corruptos y sacarlos para siempre de sus guaridas en la administración pública.

También deseamos recordar la intención expresada por el presidente electo de luchar contra la desigualdad social, promoviendo la generación de riqueza y facilitando el acceso de todos a la salud y la educación, tarea en la que de nuevo podrá contar con el apoyo de una prensa comprometida con el bienestar de los paraguayos. Uno de nuestros enemigos comunes es la extendida pobreza. Nuestros compatriotas carenciados merecen vivir mejor. ABC Color, como siempre lo ha hecho, en ese sentido quiere seguir contribuyendo con el país, aportando ideas, generando debates, alentando las iniciativas que apunten a dotar de capacidades liberadoras a los sectores menos favorecidos. Es nuestro compromiso con ellos, y por eso confiamos en que el nuevo Gobierno desarrolle una firme y sensata política social, dirigida a combatir la pobreza con todos los recursos existentes y con toda la energía que merece esta postergada tarea.

La prensa libre espera cumplir sus funciones esenciales durante el gobierno de Horacio Cartes en las mismas condiciones en que las realiza hoy. La peor forma en que se podría atentar contra la libertad de expresión de los paraguayos y paraguayas sería buscar restringirla, poner límites artificiales a los medios de comunicación social cualquiera sea su ideología, y amedrentar o perseguir a los periodistas demasiado curiosos o críticos. Hablar de “leyes de prensa” o “leyes de medios”, en vez de fomentar la transparencia y la libre información para luchar contra la corrupción y la desigualdad social, nos haría retornar a la penosa falacia de los autoritarios, para quienes el gran enemigo del progreso, del bienestar y de la equidad social no es la corrupción que pudre a sus gobiernos, sino la odiada libertad de prensa. En ese desvarío causado por la intoxicación ideológica totalitaria –a veces contagiosa– bien podrían caer también algunos miembros del nuevo Gobierno para proteger intereses particulares espurios, por lo que sus jefes y conductores han de estar alertas para neutralizarlos.

46 años de ensayos y errores permiten a ABC Color afirmar que cuantas menos restricciones y cortapisas políticas sufre, la prensa funciona mejor y presta servicios más útiles a la sociedad a la que informa. Seguirá equivocándose, quizás, pero puede curarse a sí misma, por ser la primera víctima de sus yerros: sus seguidores se lo hacen pagar, la abandonan. Deseamos acompañar el avance del Paraguay hacia sus anhelados destinos, y es nuestro compromiso cooperar en la realización de esta labor común a todos los que habitamos esta tierra.

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