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Esta reforma constitucional, que fue ratificada en su día en referéndum, elimina la figura del primer ministro y otorga amplios poderes ejecutivos al presidente.
Los críticos del nuevo sistema argumentan que con ello queda diluida la separación de poderes y se cimenta un modelo autoritario.
Ahora Erdogan podrá gobernar por decreto, nombrar a ministros, y podrá elegir y destituir a altos cargos de la función pública.
Ante el Parlamento turco en Ankara el poderoso gobernante aseguró que actuará de forma “neutral”, a pesar de seguir siendo líder del gubernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista conservador).
Los cambios del sistema presidencialista también se reflejarán en el Parlamento, cuyo número de diputados se amplía de 550 a 600.
Erdogan podrá designar a varios vicepresidentes, mientras que instituciones clave, como los servicios de inteligencia, el Ministerio de Defensa y de Asuntos Religiosos, pasarán a depender directamente del presidente.
Más de 130.000 funcionarios fueron despedidos por sospechas de vínculos golpistas, mientras que otras 50.000 permanecen en prisión a la espera de juicio.