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Expertos en sicología consideran que la piel, el estómago, la garganta o la columna vertebral son algunas de las partes más vulnerables, por la segregación de cierto tipo de sustancias que genera el estrés asociado a una emoción concreta que vive la persona y que no sabe manejar.
Muchas enfermedades acabadas en “itis” suelen estar estrechamente relacionadas con lo psicológico, como la dermatitis o la colitis.
El estómago es el órgano más común, puesto que es uno de los órganos más grandes de nuestro cuerpo, con una cantidad muy importante de terminales nerviosas que lo hacen más sensible tanto al dolor como al placer. Al malestar estomacal se le agregan enfermedades aéreas como la gripe, el catarro o la tos simple, también consecuencia de situaciones emocionales.
Según estudios de la Universidad del Valle de México (UVM) las personas que tienen un buen control de las emociones se encuentran mucho más sanas que aquellas que no pueden controlarlas.
Y un buen control de las emociones no consiste en la represión, sino en su correcta canalización.
La infancia y la educación recibida resultan esenciales como componentes que complementa a la biología en la manera de gestionar los miedos, metas y deseos, capaces a veces de jugar una mala pasada al cuerpo humano, concluyen investigadores.