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Temer, vicepresidente de Rousseff, la reemplazó cuando ella fue destituida en juicio político por adulterar las cuentas públicas, para disimular la mala situación del país, precisamente en tiempo electoral, cuando fue reelegida como presidenta.
El mandatario brasileño reafirmó tras conocer el fallo del Tribunal Superior Electoral (TSE) que continuará trabajando “para pacificar el país”, aunque todo indica que difícilmente podrá tomarse un respiro ante las múltiples acusaciones a las que se enfrenta.
Esta semana, el fiscal general, Rodrigo Janot, debe presentar una denuncia contra Temer y su exasesor, el exdiputado Rodrigo Rocha Loures, basada en la delación que hizo el empresario Joesley Batista, dueño de la multinacional cárnica JBS y que aseguró que pagó sobornos a Temer desde 2010.
Las confesiones de los ejecutivos del grupo JBS llevaron a la Corte Suprema a iniciar una investigación contra Temer por los supuestos delitos de corrupción, obstrucción a la Justicia y asociación ilícita.
Janot debe presentar la denuncia ante el Tribunal Supremo, que debe reenviarla a la Cámara de Diputados, donde si 2/3 partes de los parlamentarios votan a favor, Temer sería apartado del cargo durante 180 días mientras se investigan las acusaciones contra él y que de prosperar, podrían costarle el mandato.