Historia y origen del Día de la Mujer Paraguaya: un vistazo al pasado

La historiadora Ana Barreto nos relata parte de la historia en conmemoración del Día de la Mujer Paraguaya, que se recuerda cada 24 de febrero en honor a las luchas de las mujeres por visibilizar la imagen femenina en la historia del Paraguay y su participación activa en todos los ámbitos de la sociedad: la mujer paraguaya como reconstructora de la patria.

MARTA ESCURRA 25-11-2023 Marcha 25N contra la violencia hacia la mujer desde la plaza uruguaya hasta la plaza de la democracia organizada por la Articulacion Feminista 25 de noviembre Dia Internacional por la Erradicacion de la Violencia contra las mujeres
Foto de archivo. Dos mujeres paraguayas se abrazan en medio de la marcha 25N por la eliminación de todo tipo de violencia contra la mujer.Marta Escurra

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A propósito de la conmemoración del Día de la Mujer Paraguaya, Ana Barreto nos cuenta en este artículo parte de la historia paraguaya vinculada a las mujeres.

Construcción de la memoria de las mujeres donantes

El proceso de construcción de la memoria de las mujeres donantes comenzó en 1964, cuando la historiadora Idalia Flores de Zarza localizó en Brasil, durante un viaje de estudios, el Álbum de Oro que las mujeres entregaron al Mariscal. Desde ese año, Idalia desarrolló intensas actividades para su restitución: envió cartas a los cancilleres de ambos países y realizó gestiones ante los Poderes Legislativos de Paraguay y de Brasil. En 1964, fundó el Instituto Femenino de Investigaciones Históricas. El Instituto, bajo el liderazgo de Idalia, tuvo logros fundamentales en el marco de las luchas por la memoria: sus acciones desembocaron, el 4 de diciembre de 1975, en la devolución del libro por parte del entonces presidente brasileño, Ernesto Geisel, al gobierno del Paraguay.

Ínterin se gestionaba la restitución del Álbum, en 1974 el Instituto promovió activamente el establecimiento del Día de la Mujer Paraguaya para 1975. La fecha propuesta: 24 de febrero, el día que comenzó la Asamblea del Bello Sexo Nacional. La iniciativa fue planteada en el Congreso Nacional por la diputada Carmen de Lara Castro, y aprobada en diciembre del mismo año.

El Instituto también libró otra batalla por la memoria (quizás la más importante): tomar parte del conflicto que significó el hecho de cómo recordar a la mujer paraguaya y su relación con la Guerra de la Triple Alianza. Dos posiciones estuvieron en pugna: las que consideraban a la “reconstructora” como paradigma del heroísmo; y las que consideraban como tal a la “residenta”.

El particular contexto de esta polémica

El Paraguay de Stroessner entre 1964 y 1970 se encontraba en plena tarea de exaltación nacionalista de la Guerra del 70. No era para menos, pues se cumplían 100 años del devastador conflicto bélico, y el propio dictador se presentaba como el “segundo reconstructor” de la nueva república.

La chispa se encendió con la historiadora Beatriz Rodríguez Alcalá, al publicar un artículo en La Tribuna el 1 de marzo de 1970, en el que analizaba brevemente la figura de la mujer en la Guerra contra la Triple Alianza y manifestaba el deseo de la visibilidad femenina, ya que todas las “presencias” de la guerra se centraban en sus grandes héroes masculinos. La figura femenina defendida por la historiadora fue la de la reconstructora, aquella mujer que había contribuido con esfuerzo al Paraguay de la posguerra.

El artículo en cuestión no cayó bien, en especial a la Asociación de Graduadas Universitarias, una organización compuesta por mujeres coloradas, entre ellas Mercedes Sandoval de Hempel, María Raquel Livieres Argaña, Ana Herken de Mengual y, muy especialmente, una de las primeras médicas paraguayas, la doctora Gabriela Valenzuela, y las movilizó a confrontar la visión de reconstrucción del país por parte de las mujeres, presentando a la Residenta como ejemplo femenino paradigmático de aquello que se entendía eran las heroínas del 70.

Ambas visiones, de fuerte argumento histórico, se enfrentaron en la arena política y utilizaron para ello prensa, adhesiones personales, institucionales e hicieron “lobby” en el Congreso. La visión de la reconstructora rozaba –peligrosamente, a criterio de los partidarios de la dictadura– con el grupo de élite liberal, al cual la historiografía tradicional nacionalista había adjetivado, peyorativamente, como “legionarios”.

Las coloradas, desde su asociación, con influencias claras de Juan E. O’Leary, defendían la imagen de las Residentas como aquella mujer que siguió abnegada e incondicionalmente a Francisco Solano López hasta el final en Cerro Corá. Claramente se percibía en el argumento de las mujeres coloradas la imagen femenina aceptable y funcional al régimen.

Cada posición, además, proponía la creación de monumentos llenos de simbolismos: una parte proponía la “reconstructora”, que debía ser representada por una mujer sin rostro, con un niño y con una pala en mano; y la otra, la “residenta”, vestida de harapos, tomando de la mano a un niño, un hombre muerto a los pies y jirones de una bandera.

La liberal Carmen Casco de Lara Castro lo hizo defendiendo la idea de reconstrucción. “Y después de la gran hecatombe, ¿a quién se le debe el Paraguay de la reconstrucción? A la mujer y nada más que a la mujer”. La Asociación de Graduadas Universitarias no se quedó atrás. Sus integrantes presentaron, ellas mismas, una nota dirigida al presidente de la Cámara de Diputados, Dr. J. Augusto Saldívar, defendiendo a la Residenta como heroína nacional y haciendo mención a que el propio presidente, Gral. Alfredo Stroessner, les había dado aliento en sus propósitos.

No tardó el Estado en ofrecer respuesta, en julio de 1970: la única llamada reconstructora era la mujer sobreviviente, incondicional, que había acompañado al ejército de López hasta el último momento.

Solo una paraguaya residenta podría llamarse reconstructora, “y no aquellas venidas del extranjero, especialmente de Buenos Aires, contaminadas del virus de la traición y el mitrismo que intentó imponer una historia falseada”.

El final de la discusión está hoy a la vista. Uno de los monumentos a la Residenta se encuentra camino a Luque, y es obra del escultor Francisco Javier Rolón. Es la figura de la mujer, el niño y la bandera, aquella imagen que encendió fuegos viejos de disputas políticas en torno a la reconstrucción del país, pero que a diferencia de aquella entre el doctor Cecilio Báez y Juan E. O’Leary sobre la tiranía en 1902, esta incluyó a las propias mujeres que tenían diferentes miradas sobre la importancia de ellas mismas, de sus antepasados congéneres, durante y luego de la Guerra.

Sobre Ana Barreto Valinotti

Ana Barreto Valinotti (1978) es licenciada en historia por la Universidad Nacional de Asunción. Ejerce la docencia y se dedica a la investigación. Tiene varios libros publicados: “Mujeres que hicieron historia en el Paraguay”, “Elisa Alicia Lynch”, “Voces de mujer” y “Las mujeres”. Tiene una publicación sobre violencia política en el Paraguay: “La guerra civil del centenario”. Es autora del libro “Escolástica Barrios de Gill: las joyas para la defensa”.

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