Abuelita de 107 años recibirá su cédula de identidad por primera vez

La abuela Dolores Sosa, quien en marzo cumple 108 años, vivió toda su vida sin ningún documento que certifique su identidad. Doña Dolores, como la conocen sus vecinos de Ñemby, recibirá su cédula el lunes, y esta le permitirá tramitar un subsidio. Agradece a Dios haber llegado a esta edad y recomienda vivir con intensidad.

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La abuelita nació el 19 de marzo de 1907 en la ciudad de Caraguatay. Tenía solo 25 años cuando estalló la Guerra del Chaco. Su esposo, Juan Carlos Ruiz, se alistó entre los combatientes. Ella también se ofreció como voluntaria, recuerda. “Hacíamos dulces y cigarros para los soldados. Fue así que conocí al Mariscal José Félix Estigarribia. Probó el dulce de guayaba que hacíamos y le encantó”, comentó con orgullo y asegura que fue una de las mujeres inspiradoras de las músicas de Emiliano R. Fernández.

Dolores, quien ya presenta problemas auditivos y de concentración, es madre de 9 hijos. La mayor tiene 81 años y la menor 62. Tiene 56 nietos, 23 bisnietos y 6 tataranietos.

La anciana comentó que su receta para una vida larga es medio vaso de vino tinto todos los días, además de disfrutar de la vida y reírse de sí misma. Enviudó a los 42 años y crió 9 hijos sola. Hoy, a los 107 años, lúcida, de buen comer y con la mente positiva, Doña Dolores dice que lo más lindo de la vida es vivirla intensamente, hasta en los momentos tristes. Sin identidad

A pesar de la rica historia, la abuelita nunca existió para el Estado paraguayo, porque hasta hace poco más de un mes no tenía siquiera partida de nacimiento. Cuando se le consultó por qué nunca gestionó sus documentos, dijo que hace varios años intentó tramitar su cédula de identidad pero la burocracia le impedía conseguir su certificado de nacimiento, documento que le exigía la Policía para procesar su solicitud.

Funcionarios de la Gobernación de Central se enteraron del caso de Doña Dolores en el marco de la “Campaña de monitoreo para la cedulación de adultos mayores”.

La anciana de 107 años vive en el barrio San Carlos de Ñemby, junto con su hija Edilia Ruiz Sosa, de 62 años, y 2 nietos. Tras las gestiones de los encargados de la Gobernación, la abuelita consiguió su certificado de nacimiento y con eso se iniciaron los trámites para que accediera a la cédula de identidad por primera vez. Un móvil de Identificaciones de la Policía Nacional fue a la casa de la anciana la semana pasada para tomarle las huellas dactilares y la fotografía. El próximo lunes recibirá como “regalo de las fiestas de fin de año” su documento identificatorio de la mano del ministro Francisco de Vargas, comentó Edilia, hija de la centenaria abuelita.

El gobernador de Central, Blas Lanzoni, manifestó que tienen información de que hay casos similares al de Doña Dolores en Central. “Tenemos mucha gente mayor sin documentos y estamos en proceso de llegar a ellos para brindarles asistencia. La idea es que accedan a un subsidio de la tercera edad, pues entendemos que son personas muy humildes. Queremos saber también cómo están de salud para gestionar atención médica y medicamentos. Esperamos también la ayuda de los vecinos”, dijo.

Invisibles ante la sociedad

La realidad cotidiana de muchos adultos mayores en Paraguay es triste. Son invisibles ante la sociedad y en políticas públicas, dentro de los presupuestos. Existen necesidades y dificultades, según un informe dado a conocer este año por el Centro de Estudios Judiciales y la Dirección de Derechos Humanos de la Corte Suprema de Justicia. Representantes de ambas instituciones manifestaron que es necesario abrir espacios para dialogar y buscar proyectos, formas de ir combatiendo las injusticias por las que atraviesan los adultos mayores. El objetivo urgente es que la sociedad no caiga en la deshumanización hacia las personas mayores, indica el documento.

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