Los arroyos que corren escondidos bajo el pavimento de Asunción

Solo algunas placas quedan para recordar. Tres de los cuatro grandes arroyos que antaño refrescaban la zona céntrica de Asunción subyacen hoy bajo el pavimento asfáltico de las calles y veredas. En esta segunda parte de la nota publicada el domingo último sobre estos manantiales del casco histórico, rememoramos los cauces del Pozo Colorado, Ycuá Satí y el Arroyo de los Patos.

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El gran cañón que se forma hoy en el predio del Ferrocarril Central hacia la Bahía de Asunción fue otrora la desembocadura del Arroyo Ycuá Satí, que nacía en una laguna a los pies del cerrito donde hoy se encuentra la Escalinata de Antequera.

De allí bajaba cruzando las calles hoy céntricas y varias manzanas formando un zanjón por la calle Antequera. Pasaba al costado de la Plaza Uruguaya y la iglesia de San Roque tras recoger otras vertientes que hallaba a su paso. Todo este sector está entubado y solo se hace visible ante la bahía con una densa y exuberante vegetación. "Hasta los años ’60 tenía peces y abundante agua", comenta el arquitecto Jorge Rubiani. En los años siguientes se lo utilizó para el entubamiento y como colector pluvial de la calle Antequera con lo cual desapareció bajo el pavimento.

Eligio Cabrera, un antiguo poblador de la Chacarita recuerda que cuando era niño, hace unos 50 años se tiraban a este arroyo en Antequera y Mariscal López y seguían hasta el bajo. "Nuestras madres lavaban la ropa en sus aguas, pero era tan cristalina y pura que hasta podíamos beberla. Después construyeron el desagüe pluvial y se solucionó el raudal de la calle Antequera que dividía la ciudad en dos partes, pero se perdió nuestro arroyo", rememora con cierto halo de nostalgia.


POZO COLORADO

Otro de los grandes arroyos que tuvo la zona céntrica de Asunción fue el arroyo del Pozo Colorado. Este nacía en el manantial de la Piedra de Santa Catalina a la altura de la actual Iturbe y Fulgencio R. Moreno pasando por el Convento de la Merced, luego sumaba otras aguas y cruzaba la Plaza Independencia saliendo a la calle Chile a la altura del Panteón Nacional de los Héroes. Al llegar a 14 de Mayo y El Paraguayo Independiente se unía al Arroyo de los Patos y formaban el Riachuelo.

El arroyo del Pozo Colorado continúa hasta hoy su vertiente subterránea, tal como se pudo constatar cuando se construyeron varios edificios de instituciones como Escuela Normal, el Citibank, el Cine Victoria y el Hotel Guaraní, entre otros, dice Esperanza Gil en su libro "Testimonio de la Asunción: Crecimiento y Desarrollo en sus 450 años".

La vertiente sepultada era tal que, tanto el Hotel Guaraní como el Cine Victoria, tenían acopladas motobombas de desagüe en el subsuelo. Lo mismo pasó con la construcción del Estacionamiento Subterráneo de una de las plazas, donde en los primeros tiempos el agua bombeada se utilizó para las fuentes del espacio público, pero luego fue dejado de lado.

Esperanza Gil agrega en su libro que, en el siglo pasado, al construirse el Oratorio de la Virgen de la Asunción y Panteón Nacional de los Héroes, hubo necesidad de hacerlo sobre 31 pilotes de urunde’ymi. Cada tanto por eso se requería tareas de aislamiento para evitar la entrada de agua en la cripta del panteón.

En la actualidad, solo una placa colocada durante la administración de Martín Burt recuerda que al lado del monumento pasaba el arroyo del Pozo Colorado que precisamente en aquella época había dado nombre al barrio céntrico.


DE LOS PATOS

El arroyo de los Patos nacía en las inmediaciones del actual Granados Park Hotel (ex Cine Granados) en Estrella y 14 de Mayo. El cauce cruzaba la calle Palma e ingresaba al Callejón Histórico de la Casa de la Independencia para juntarse en El Paraguayo Independiente con el Arroyo del Pozo Colorado. La unión de ambos formaba el Riachuelo y aquí "estaba ubicado el principal puerto de la Asunción colonial hasta la época del Dr. Francia". Este puerto perteneció hasta mediados del siglo XVIII al cabildante español José Díaz de Bedoya, casado en segundas nupcias con Doña Juana de Lara.

Sobre el mismo Riachuelo había otros puertos de menor importancia al igual que los astilleros para reparación de embarcaciones.

El Riachuelo fue el que salvó a la ciudad de Asunción de desaparecer durante el incendio de 1543 cuando desapareció la primitiva ciudad de Salazar con su Casa Fuerte, la Capilla de la Encarnación, almacenes y gran cantidad de viviendas.


UN PROBLEMA

Con el paso del tiempo y la expansión urbana los arroyos se convirtieron en un problema para la vida citadina, explica el arquitecto Jorge Rubiani. Es así que fueron desapareciendo, se los fueron rellenando hasta reemplazarlos por las tuberías pluviales y cubrirlos con asfalto.

La abundancia de los manantiales llenó la ciudad de zanjas e hizo que la actual calle Comuneros, fuera llamada la "calle de los Arroyos", por las interferencias que causaban sobre su trazado los cauces.

Pero aunque hayan desaparecido físicamente, su presencia sigue siendo hasta hoy muy fuerte en la historia de la ciudad.

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