Actitudes compartidas

Si hay una economía de la que poco se habla seriamente es la de cuidar y economizar los recursos naturales. No estamos demostrando esa actitud positiva e inteligente que tanto pregonamos. La crisis de agua irá empeorando. Cuidar el agua no es una opción; es una obligación, una materia tan urgente como ausente en nuestra realidad diaria. El incentivo y el orden a nivel agua-país es inexistente, e imposible mientras impere la corrupción en todos sus estratos y formas. No nos queda más que apelar al individuo sin individualismo. El verano trae una ola de calor anunciada, sofocante, mucha humedad y poca lluvia. En estas adversas condiciones, es momento de demostrar, muchos de los que entendemos pero no hacemos, un mínimo de conciencia ecológica y comunitaria. Una que otra vez, alguien instala la charla de la falta de agua, generalmente porque en ese momento le falta o porque leyó algo sobre la futura escasez.

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Es verdad que, sin políticas distributivas, lo que hagamos por nuestra cuenta no corrige el problema, pero la actitud personal es pilar fundamental para las nuevas generaciones y es lo que van a vivir los que vendrán. Cuántos “a vos qué te importa si derramo el agua, vos no pagás mi consumo” es una respuesta que los vecinos “metidos” escuchamos con frecuencia. Además de los hogares, en los hospitales y escuelas, centros de todo tipo, tanto públicos como privados, el agua se despilfarra. Ni qué decir en las zonas vulnerables, con las conexiones clandestinas. Lo peor de plantear el problema de desperdicio es que siempre “gana” el que malgasta el recurso, pero perdemos todos. Desde las instituciones de administración de los servicios básicos –pasa exactamente lo mismo con la energía eléctrica– aconsejan que se regule el uso, mal que mal cumplen con este pedido formal en época estival. Pero si realmente fueran autoridades competentes, del pedido pasarían al férreo control, y de ahí a la sanción sin importar quién fuera. Tantas personas juegan con el agua y la luz porque saben que no hay castigo. Se pide a la ciudadanía que denuncie casos sospechosos, pero tardan una eterna burocracia en hacer correr el reclamo. En este caos en que vivimos y que va aumentar a medida que avanza la deforestación y el crecimiento urbano sin planificación, hay que batallar por los dos frentes: organizándonos en comisiones barriales por el buen uso de los recursos y sin banderías políticas, y, por otro lado, revisar en nosotros mismos la convicción. A los azotes del calor, lo lógico sería no querer salvarse solo, sino darnos cuenta de que debemos hacer coincidir actitudes. Lo grande que puede tener una sociedad es nivel de conciencia sobre el bien común. En Paraguay todavía tenemos un largo camino de sufrimiento y entendimiento en este sentido, el orgullo que expresamos por las riquezas naturales (el acuífero, las represas), cuando nadie nos mira ni escucha, no coincide con el uso irresponsable y el egoísmo.

Por más sabido que sea, hay que insistir en las recomendaciones básicas: no sobrecargar las instalaciones eléctricas, controlar si las canillas y todas las demás conexiones están en buen estado, tomar duchas cortas, regar las plantas de noche, juntar agua de lluvia, etc. Fácilmente, se encuentran consejos e instrucciones viables en Internet; no cuesta nada buscarlos; entusiasma aprenderlos y engrandece aplicarlos.

lperalta@abc.com.py

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