¿Adónde fue la paz mundial?

Choques étnicos, levantamiento civil, guerras internacionales y terrorismo. El mundo sigue viviendo en estado de alerta constante por la violencia sistemática en varias partes del mundo. La paz anhelada por filósofos, pacifistas y millones de individuos está lejos de la realidad. En el siglo XX, la Sociedad de Naciones no pudo frenar el totalitarismo del nazismo y del fascismo y menos aún la Segunda Guerra Mundial. Sus esfuerzos para mejorar la estabilidad internacional fueron infructuosos y terminó por disolverse.

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Por su parte, la Organización de Naciones Unidas, ONU, nació en 1945 con la idea de construir un mundo menos violento, más tranquilo y seguro, donde la cooperación y los esfuerzos conjuntos efectivicen los sueños de “paz mundial”. Sin embargo, durante estas casi siete décadas no pudo frenar los conflictos bélicos entre sus países miembros. Es más, ha acogido, y lo sigue haciendo, a varios gobiernos autoritarios y a dictaduras sanguinarias, que pocas veces son sancionadas. Gozan de total impunidad. Los organismos no políticos de la ONU son mucho más eficientes a la hora de actuar y ayudar a los afectados por guerras o disputas políticas

En estos momentos, además de la guerra civil que azota Siria y que ha dejado al menos 70.000 muertos, el país de Medio Oriente tiene crisis humanitaria: hospitales colapsados, falta de medicamentos, alimentos no repartidos a causa de bombardeos y exilio. En medio de masacres, postergaciones y promesas, el conflicto interno del país ya tiene más de dos años sin poder solucionarse. El caso sirio no es único, en otros países también hay revueltas políticas. En Venezuela, las últimas elecciones no dejaron contentos a millones de personas, por lo que miles salieron a protestar en las calles. Lamentablemente, algunos murieron y otros quedaron heridos.

Sumado a esto, vivimos la ola de choques étnicos y religiosos en Nigeria, Birmania, Pakistán, Afganistán, entre otros lugares. Peleas y matanzas en nombre de deidades que no se “meten” en los asuntos internos. El mundo del siglo XXI se sigue rigiendo bajo códigos morales místicos que no responden a la realidad material en la que nos desenvolvemos. Las visiones de ultratumba, a lo largo de la historia civilizatoria, han perturbado la paz y propuesto violencia. Eso sigue presente hoy gracias a los defensores de las recompensas extraterrenales.

Vivimos en una época en que el terrorismo sigue presente en algunos puntos del globo. Inocentes mueren a causa de las convicciones de activistas antihumanistas que deciden atentar contra la vida y libertad de los que no tienen relación con sus causas o banderas. Para algunos líderes o militantes políticos y religiosos, la vida de otro ser humano puede ser tomada si “perturba” los intereses del objetivo.

También son llamativas las campañas de embargo de armas y prohibición de portación porque la violencia existe en cualquier forma. Las personas se creen protegidas bajo los sistemas de seguridad del Gobierno. En teoría, policías y militares deben cuidar de los ciudadanos. Empero, en muchos casos, no pocos, el Estado reprime duramente a su propia gente, cuidando de “otros intereses”, mucho más “importantes” que la vida de los individuos. Es muy difícil derrocar a una dictadura si no es a través de las armas.

Vivimos en un mundo perturbado por la delincuencia, el crimen organizado y legalizado, el terrorismo religioso y la violencia estatal. Es muy difícil que en estas condiciones se pueda concretar el “ideal de paz mundial”. Y es un ideal porque en la realidad, los robos, ultrajes y asesinatos continuarán.

Es muy improbable que se tenga una sociedad con individuos enteramente racionales. No se puede pretender que unos 7.000 millones de personas se comporten de una determinada forma y tengan una cosmovisión única.

Sin embargo, sí se pueden crear escenarios propicios para limitar la violencia y contribuir al sostenimiento de un ambiente más seguro. La cooperación internacional, las campañas a favor de la libertad individual, la lucha contra las tiranías y la apuesta a una educación liberadora son las bases para crear un mundo un poco más diferente del actual. El discurso político de paz mundial queda vacío si no se concreta una acción directa. Lamentablemente, los líderes globales han sabido postergar la promesa, cubriendo la verdad y defendiendo la mentira.

equintana@abc.com.py

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