Cartes en la telaraña

Es curioso. Horacio Cartes aún no asumió formalmente el cargo de presidente de la República, pero la sensación es que se ve obligado a asumir posturas como si ya gobernara y soporta enormes presiones que lo desgastan a gran velocidad. En parte, la culpa es de esta interminable transición entre el presidente que se va y el que fue electo para un nuevo periodo de cinco años. Pero también se debe a que comienzan a verse desde ahora contradicciones, escollos y acechanzas que presagian un camino dificultoso.

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El gobierno de Franco, que no termina de irse y al que solo le queda espacio para hacer algunos últimos ridículos, se convierte en una pesada carga para la administración que viene. El equipo de Cartes no sabe bien con qué “sorpresas” más se va a encontrar cuando tomen efectivamente el mando, pero no imaginan nada bueno.

El país proyecta, para cualquier observador nacional o internacional desinteresado, señales contradictorias. Por un lado, nos dicen analistas de ocasión y “futurólogos” que tenemos condiciones ideales para un gran despegue en nuestro desarrollo. Nos hablan de fabulosas inversiones, de torres azules, de world trade center y de monorrieles que nos transportarán por los cielos cual trineo de Papá Noel.

Por otro lado, la obstinada realidad nacional nos muestra buses chatarra que se creen fórmula 1 en las rutas, docentes que reclaman derechos básicos y amenazan con huelgas que acortarán todavía más las horas que niños y jóvenes les deberían dedicar a su formación y, para coronar este panorama, Germán Rojas, jefe del equipo económico del presidente electo, anunció que se recortarán los gastos para programas sociales por falta de dinero.

Otro tema es la situación internacional del Paraguay. Aunque el canciller Fernández Estigarribia se esfuerce por convencer de que estamos fortalecidos y que por poco Paraguay no está dando lecciones de gestión diplomática al mundo, la realidad es que seguimos en un limbo en la región y con un panorama incierto. En esta cuestión de las relaciones internacionales es que más se notan las presiones a las que Cartes está expuesto. Su discurso, desde la campaña hasta ahora, ha ido cambiando al ritmo de los “asesoramientos” y de las declaraciones de expertos que prácticamente le aconsejan declararle la guerra a todos los imperios del mundo.

La impresión es que realmente el gobierno entrante no sabe qué hacer para restablecer las relaciones pacíficamente sin esperar que los países del Mercosur nos pidan perdón llorando y sin que tampoco parezca que nos arrodillamos y agachamos la cabeza ante las imposiciones.

Por si esto no fuera suficiente, la decisión de Cartes de digitar un presidente liberal en la Cámara de Diputados y poner a alguien de su confianza en la presidencia del Senado, además de los representantes en el Consejo de la Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, expuso públicamente y en forma prematura la fuerte división que existía desde antes en el Partido Colorado. Esta disputa interna es solamente la punta del iceberg que va a emerger desde el año próximo y que requerirá un manejo político que habrá que ver si Cartes tiene.

Pero seguro que al ahora presidente electo, cuando le propusieron lanzarse a la arena política, no lo habrán engañado prometiéndole un lecho de rosas y tampoco le habrán dicho que le sería muy fácil plantear “el nuevo rumbo”.

Por eso no debe estar tan preocupado ni mucho menos arrepentido como algunos pueden creer que debería estar.

mcaceres@abc.com.py

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