Contratos y sin tratos

Si hay algo que cae pesado, como un caldo de chancho o una butifarra con mosto de caña de azúcar, es esta cuestión de la gente que el Estado contrata a sabiendas de que no cuenta con el perfil deseado para el cargo y que jamás podrá ser útil para las reparticiones públicas. Cae pesado porque entre todos debemos pagarle su sueldo.

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Muchas de las absurdas contrataciones no dejan de ser un mero y sustancioso zoquete que se entrega a los amigos, a las amiwis, a los parientes y a los correligionarios. No existe otro fundamento que evidencie la necesidad de esos contratos.

Lo confirman las empresas públicas superpobladas de gente que se rasca hasta lo que no tienen. En el Paraguay casi todas las empresas públicas pierden plata por más que hayan sido creadas para ganar y ofertar un servicio básico como el agua, la electricidad y la comunicación. Además se adhieren incondicionalmente para la joda y para delinquir otras empresas criollas como el Indert, Petropar, la Industria Nacional del Cemento y varias que también portan el estandarte de la corrupción.

Una empresa (?) que lleva el palo mayor y en donde desde hace mucho tiempo hizo residencia el vicio y la perversión es la actual Copaco (Compañía Paraguaya de Comunicaciones), la ex Antelco. Ahí aterrizan los muchachos sin necesidad del mínimo carreteo profesional. Esta cucha de muchos forajidos sigue siendo tan idéntica como en la época republicana, donde se continúan instalando personas sin ninguna base profesional.

En esta empresa comunicacional se sigue incrustando a la gente incompetente para engrosar sus cuantiosas pérdidas. En el 2011, año en que le fue un poco mejor, perdió solamente 22 mil millones de guaraníes. La Copaco maneja 390.000 líneas y cuenta con una “pequeña dotación” de 5.300 funcionarios. Este diario rescató que el récord llegó en 1996 cuando había un poco más de 176.000 líneas con 6.017 funcionarios. Se estima que esta deficitaria Copaco, en donde se aceptan los pedidos partidarios, puede funcionar con 3.000 empleados, lo que ocurrirá cuando se use la política del buen turno del personal y no a los peleles de los políticos de turno.

En las Aduanas siguen contratando monigotes para que llenen sus bolsillos y los maletines que deben subvencionar campañas políticas. Actúan tan en camuflaje que hasta confunden perfumes por tinte de pelos.

La Essap es esa empresa aguatera que saca libremente el agua del río para vendernos y para perder plata. Sirve igualmente como “agencia de colocación” de correligionarios. La Ande no anda lejos y también sirve para lo mismo. Por lo sobredimensionado, sus desmedidas contrataciones y por la corrupción que impera en el ente, sus números nunca avanzan hacia el destino positivo del haber.

La monopolizadora empresa Petropar sigue siendo presa de los muchachos que tienen el mando y el mango del poder. Monopoliza el combustible, no tiene competencia, es mayorista y pierde plata. Para perder más dinero, intenta levantar gasolineras en todo el país. Es otra agencia colocadora de correligionarios. Ocurre lo mismo con el cemento, la Industria que maneja pierde mucha plata al cierre de cada ejercicio, pero sus distribuidores ya ni saben lo que ganan. Sigue siendo una agencia de colocación partidaria.

Con la empresa privada y los clubes deportivos no ocurre lo mismo. La pérdida de algunos puntitos ya implica que los técnicos deben rajar ante el abucheo de la rencorosa parcialidad. En una firma privada, si los números no cierran, se cierra el negocio y el gerente, junto a su equipo de trabajo, son despedidos sin bombos ni platillos.
Los excelentes ministros Efraín Alegre y Rafael Filizzola fueron despedidos por una eficiente gestión. Este gobierno comunica que, por un año más y por coherencia, seguirá contratando a los mediocres…

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