El problema de elegir

De la mano de la disidencia colorada el Congreso designó a mitad de semana a Linneo Ynsfrán como candidato a miembro de la Corte Suprema de Justicia. La decisión está marcada por el calor de las internas coloradas y hace crujir los pilares de la frágil institucionalidad que hasta ahora el país logró construir.

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No fue casualidad el duro cruce que en plena sesión del Senado tuvieron la presidenta de la ANR, Lilian Samaniego, y el senador Juan Carlos Galaverna, padrino político de la disidencia colorada. La fricción refleja los términos en que se hizo la nominación.

Apoyado en la oposición, los disidentes más que elegir un candidato lo que hicieron fue dejar de lado a los que tenían mejor llegada en el Ejecutivo. El debate entre los senadores no se centró en postular al que eventualmente pudiera ser el mejor candidato, sino en marcar la cancha al Gobierno y recordar al presidente Cartes que si pretende gobernar, debe hacer lugar a lo político. Era un paso más para consolidar el perfil opositor que en la últimas semanas logró construir el Congreso.

La decisión está pensada para poner en una situación complicada al Ejecutivo. Cualquier camino que tome le generará conflictos que podrían tener efectos en el largo plazo.

Si presta el acuerdo cederá a la imposición de los senadores de la oposición y de la disidencia. Perderá poder. Los senadores habrán ganado un preciado espacio en la Corte. Eventualmente podrían estar en condiciones de reconfigurar la relación de fuerzas en la máxima instancia judicial con todo lo que ello implica; sabiendo que no son pocos los políticos que tienen procesos abiertos en la justicia ordinaria.

Si opta por rechazar al designado, habrá dejado de lado a un candidato de larga tradición familiar colorada y avivará la interna partidaria más allá de julio. El fundamentalismo colorado habrá confirmado la tesis de que realmente Cartes no tiene en cuenta a los colorados ni al Partido Colorado; sino que se maneja conforme sus propios intereses.

Sin embargo, habrá logrado mantener su espacio de poder dejando en claro al Senado que las imposiciones no tendrán andamiaje en espacios donde el Ejecutivo tenga capacidad de decisión. Y lo más importante, no cederá un espacio estratégico en la Corte Suprema de Justicia a la disidencia colorada.

Este juego de intereses complica la designación. Con el diálogo cortado entre el Senado y el Ejecutivo, toda posibilidad de acuerdo está enterrada y lo más probable es que la vacancia en la máxima instancia judicial se mantenga hasta tanto se resuelva también el juicio político a los tres miembros de la Corte que está pendiente en el Senado. Para cada sector es más importante mantener sus espacios de poder pensando en el futuro.

No son buenos tiempos para designar a miembros de Corte. La interna colorada contamina todo el proceso y más allá de que los postulados tengan capacidad o no, todo pasa por el tamiz electoral. En esas condiciones, si uno de los sectores en pugna logra imponerse solo se eligen miembros que sean funcionales a intereses sectoriales.

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