En nombre del pueblo

SALAMANCA. “El pueblo quiere...” o, también, “El pueblo ha decidido...” son dos frases con el mismo significado. Y de todas las frases hechas, estas deben ser, además de las más demagógicas, las que más carecen de sentido. Pero siguen utilizándose para poder justificar cualquier tipo de atropello. En los dos últimos años hemos visto el uso y abuso de estas frases, primero para lograr cambiar la Constitución y hacer posible que Horacio Cartes siga (Dios nos libre) siendo presidente. Y ese tan cacareado “pueblo” firmó páginas y páginas de un documento tan falso que ni sus propios patrocinadores creían.

Cargando...

Ahora estamos de nuevo con lo que quiere ese “pueblo“: que Horacio Cartes jure como senador activo violando la Constitución que establece que debe ser vitalicio, con voz pero sin voto. Entre el momento que escribo estas líneas y el momento de su publicación pasarán algunos días en los que puede suceder cualquier cosa. Y nada de ello nos extrañará, tan acostumbrados estamos a las tropelías de nuestros políticos que piensan y actúan, como si les estuviera permitido hacer lo que se les ocurra sin importarles ni la legalidad ni la constitucionalidad de sus actos. El “pueblo” los ha elegido, y es como si tuvieran por ello un cheque en blanco.

Dicen que “el pueblo quiere” que Cartes sea senador. Es decir, que nos represente en el Poder Legislativo. El “pueblo” no existe. Lo que existe son individualidades, ciudadanos libres que piensan, discurren, actúan, creen o no creen en determinadas cosas. Esos ciudadanos, no el “pueblo“, no le han dado ningún voto de confianza para que se atribuya ese papel de senador. La lista la realizó él mismo, entre cuatro paredes y en compañía de tres o cuatro aduladores, habilitados nada más que para agachar la cabeza y decir “sí, señor”. Y esa lista blindada, inviolable, intocable, invariable, fue llevada a elecciones sin la más mínima posibilidad que ese “pueblo” pudiera decir: “No me gusta esta lista”. Algo así como las elecciones en Venezuela: se vota por Maduro o por Maduro o por Maduro. No hay ninguna otra alternativa. Y si a alguien no le gusta, pues que se vaya a Colombia.

¿Así de libres somos para elegir a nuestros representantes? ¿Puedo conocer al “pueblo” que le votó a González Daher y a otros varios políticos con problemas con la justicia debido a actos graves de corrupción? La única opción que me queda es admitir que estoy representado por gente que tiene todo el servicio doméstico de su casa y de su casa de campo cobrando su sueldo en el Congreso. O, mejor dicho, parte de su sueldo porque como es mucho, el señor de la casa se queda con una porción y les tira las migajas a sus sirvientes.

En España, el Partido Popular (PP), de larga tradición, a causa de la corrupción de sus dirigentes, hoy se encuentra al borde del precipicio; muchos piensan que desaparecerá. En nuestro país, el Partido Colorado, a pesar de su larga y azarosa historia, tendría que plantearse aquello de que “a cada chancho le llega su San Martín” (la fiesta en que se sacrifica un cerdo, que se celebra justamente en esta época) y que en algún momento la corrupción le puede pasar factura. Ya apoyó de manera incondicional un largo periodo de dictaduras (1947-1989) sin que hasta el momento haya expresado arrepentimiento. Ahora un sector del mismo se muestra genuflexo con un aprendiz de dictador que se está aferrando al poder sin querer soltarlo. Pero si sus deseos no se cumplen, allí está destruyendo el país en pedazos para hacerle la vida imposible a su sucesor. Esto pasa por dejar tanto tiempo entre las elecciones y la asunción al poder de la nueva administración. El traspaso tendría que ser casi inmediato de manera que estos políticos cuadrumanos no tengan tiempo de hacer lo que están haciendo.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...