Hagan lío

“Haganlío”. Así de escueto fue el mandato cifrado de los audios entregados por unos chicos que vencieron al miedo y consumaron una de las filtraciones más importantes de los últimos años. Quizá algún día los conozcamos, quizá nunca; solo sé que tienen la misma determinación de aquellos pocos locos que cada tanto honran nuestra historia.

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Hagan lío, señores diputados. Inicien el proceso de juicio político al fiscal general del Estado. Los audios confirman tráfico de influencias y que él lo sabía; que era un premio por su complicidad con casos judiciales que manejaba la Fiscalía. “Quiero media docena de imputaciones”, dice Carmelo Caballero, el abogado del poderoso José Ortiz, gerente tabacalero de Horacio Cartes y traficante de influencias del Estado paraguayo. Con razón la fiscala Raquel Fernández no quería pedir cruce de llamadas: iba a encontrar las de su propio jefe.

Hagan lío, señores senadores. “Cassey, amanecé en el banco y tiá solucionar tu problema”. La voz del senador Jorge Oviedo Matto es inconfundible, y a no ser que hubiera estado hablando del banco de sangre, todo indica que era el flujo monetario para solucionar un problema. Es más que los 10 segundos que dice Fernando Lugo: La Fiscala Giménez dice tener pruebas. Escúchenla y obren en consecuencia.

Hagan lío, señoras y señores fiscales designados. Devuélvannos el derecho de tener derecho al derecho. Ustedes imputaron al secretario Fernández Lippmann por tráfico de influencias y no lo hicieron con el PATRÓN González Daher –cuya voz también se escucha–. Eso es ser pusilánime, es ser débil con el poderoso y poderoso con el que es más débil.

Hagan lío, señores del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados. No permitan que nos sigan sodomizando; la podredumbre mayúscula no puede ser reemplazada por otra minúscula. Kriskovich ha confesado que lo suyo con una alumna que lo denunció fue “solo un galanteo”.

Un profesor que sobrevuela como buitre a una alumna con pedidos sexuales nada tiene que ver con la galantería. Mucho se han mofado de la gente, ¡tenemos derecho a alguien decente!

Hagan lío, señores gremios de jueces. Hace un par de semanas ustedes decían que esto ya no daba más; conviértanse en los contralores del proceso que se inicia, en los vigilantes que certifiquen que nunca más un magistrado deba arrodillarse. Rebélense contra esas oprobiosas cadenas del miedo a ser llamados, castigados, enjuiciados. Defiendan a las mujeres cuyo honor fue agraviado con miserable procacidad.

Hagan lío, señores gremios de fiscales. Alguna vez siguieron Derecho con la esperanza de ser justicieros. Las voces que hemos oído nada tienen que ver con esos héroes que soñaban que harían justicia sino con vulgares ladrones y recaudadores de dinero, traficantes de la miseria y carroñeros de la gente buena.

Hagan lío, señores abogados. Ustedes deberían liderar esta revolución porque ustedes, sus causas y sus clientes, fueron los más ultrajados. Gente que debió ser castigada terminó premiada, y aquellos que debieron ser rescatados terminaron presos. Ustedes que recorren los pasillos pidiendo justicia, aprendan a no ser pordioseros de migajas que quieren soltar estos amos del dinero. Astrea es la diosa de la justicia y no la dueña del prostíbulo.

Está bien festejar pero no nos mareemos; la justicia está aún lejos, invisible e insensible. Si creemos que ya todo pasó porque Óscar González Daher dejó el Congreso por cinco meses (porque retornará nuevamente en el próximo período y de la mano de Cartes), estamos equivocados.

Los chicos “haganlío” ya colgaron luces de un amanecer, hagamos que ahora brille la luz del día.

¡Feliz Navidad, Paraguay querido!

mabel@abc.com.py

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