Los idiotas y Rio Tinto

Encontré en mi biblioteca por casualidad un contrato firmado por el Estado y una empresa, redactado por nuestro querido autor de Infortunios del Paraguay del año 1918, Teodosio González. Ese contrato posibilitaba la construcción del ferrocarril del noreste uniéndose con el de Brasil, pero jamás se concretó por las discusiones que suscitó en la prensa. Hoy no tenemos ferrocarril; y en el caso de la franja costera, idea de la época de un intendente stronista, recién después de cuarenta años estamos inaugurando un tramo.

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¿Cómo lo conseguimos? Muy fácil, al Congreso donaron cincuenta millones de dólares por los quinientos años del descubrimiento de América y destinamos diez para el comienzo de la obra. Estábamos tres personas pensando qué hacer con esos cincuenta millones de casi libre disponibilidad por el Congreso, y me atrevo a decir sus nombres: la Sra. Morselli, el Presidente del Congreso de entonces senador Carrizosa, y el que escribe esta columna, quién hacía de Presidente de la Comisión de Hacienda del Senado y de la Bicameral de Presupuesto. Habíamos ya colocado en Salud, Educación y sobraba esos diez millones, por lo que se me ocurrió mirando la Bahía desde la ventana del Senado por qué no la franja costera, aunque sea una franja más corta del proyecto original. Le llamamos al entonces ministro Alegre y le preguntamos la factibilidad y no dudó un instante en decir que sí era posible y factible. Hoy estamos inaugurando algo bello.

Tenemos la posibilidad de tener en donde gastar una de las diez turbinas de Itaipú; recuerden que también tenemos Yacyretá e Yguazú y muchas usinas más que no la hacemos porque no somos capaces de usar, pero estamos enfrascados en una discusión tan mediática como ideológica, venden noticias, y engordan a los conservadores que no quieren ningún cambio; excusas siempre encontrarán, pero si seguimos así volveremos a repetir lo de Teodosio y la franja costera y del segundo puente sobre el Paraná y cientos de proyectos que no hacemos por idiotas.

Inversión de más de mil millones. Trabajo seguro para miles de personas. Industrias conexas. Venta de nuestra energía a un precio mayor al que vendemos ahora al Brasil. Dar al mundo una señal de que en Paraguay se puede invertir porque hay seguridad.

Si para decidir algo tan claramente conveniente a todas luces debemos hacer un referéndum creo que estamos discutiendo todavía la curvatura del mundo.

Cómo quisiera estar entre tres, como cuando decidimos la franja costera.

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