Los Nazionalismos

SALAMANCA (Jesús Ruiz Nestosa). No es difícil encontrar que algunas personas escriben de dos maneras diferentes la misma palabra: “nacionalismo” y “nazionalismo” para diferenciar el bueno del malo. Como el colesterol. Creo que la diferenciación no es acertada. Porque miremos por donde miremos el tema, siempre terminaremos concluyendo que el verdadero sentido del término es el segundo y no el primero. Las más grandes catástrofes que se registraron en Europa durante los siglos XIX y XX se debieron a los excesos del nacionalismo y algunos de ellos fueron catástrofes irrepetibles dentro de la historia de la humanidad. 

Cargando...

El nacionalismo es una ideología que se da tanto en las derechas como en las izquierdas, por la cual un grupo determinado de personas se creen únicas, diferentes y mejores que las demás. Es lo que Hitler inculcó a esa masa de fanáticos que le siguieron bajo el manto protector de la “raza superior” y los soviéticos que estaban predestinados a provocar la “revolución mundial” que iba a cambiar el curso de la humanidad, y para ello dejaron atrás un reguero de veinte millones de cadáveres. También se da entre nosotros pero lo dejo para más tarde. 

No estoy muy seguro si los españoles se están dando cuenta de cuál es el verdadero alcance de lo que está sucediendo en Cataluña, donde los nacionalistas están forzando una declaración unilateral e ilegal de independencia del resto del país. La propaganda –nunca mejor usada esta palabra– independentista promete un Estado libre, democrático, plural, cuando por otro lado todo se encamina a la creación de un Estado totalitario de acuerdo a las mismas declaraciones de sus gobernantes que han diseñado un régimen en el que desaparecerá la división de poderes, imprescindible para el desarrollo de un sistema democrático, y abolirá la independencia judicial que quedará supeditada al poder político. Nosotros, mejor que nadie, podemos dar testimonio de lo que pasa en un país donde los jueces dependen del capricho de los políticos de turno. 

Ante el clima de inestabilidad que se está viviendo, muchas grandes empresas han comenzado a emigrar hacia otras zonas, entre ellas los dos mayores bancos catalanes: el Sabadell y Caixabank, ya que de producirse la independencia Cataluña dejará de pertenecer a la Unión Europea y, entre otras cosas, los bancos perderán el respaldo de varios organismos financieros indispensables para su buen funcionamiento; entre ellos el Banco Central Europeo. Los nacionalistas iniciaron una campaña pidiendo a los ahorristas que retiren su dinero de esos bancos. ¿Para ponerlo en donde? ¿En bancos que no podrán garantizarles ningún tipo de seguridad? 

El nacionalismo tiene una base importante en el odio. Es imprescindible que quienes se creen superiores a los otros, odien a quienes no piensan de igual manera que ellos. Se ha visto así a profesores de colegios, del bachillerato, afeando a adolescentes, delante de todos sus compañeros, por ser hijos de policías de la Guardia Civil. Y no sólo profesores, sino incluso padres de otros alumnos que son de la corriente independentista. En pocas palabras, quienes no están de acuerdo con que Cataluña se vaya de España en este momento son agredidos de palabra y hecho apenas manifiestan su desacuerdo. ¿Puede construirse un Estado democrático en base al odio al otro?

Decía al comienzo que entre nosotros también hay un gen nacionalista. Apenas se hizo cargo del Ministerio de Cultura, el doctor Fernando Griffith colgó en Internet una conferencia en la que afirmó: “La cultura guaraní, la cultura paraguaya es mucho más fuerte y disuelve a todas las demás. Por eso no encontramos rastros de otras culturas en el Paraguay”. Esta idea puede ser suficiente para alentar una expedición contra los caduveos (kadiwéu) enemigos ancestrales de los guaraníes. Lo cierto es que palabra más, palabra menos, es lo que defienden los independentistas catalanes de hoy. No hay cultura más fuerte ni más débil si entendemos por “cultura” la suma de conocimientos que un grupo humano utiliza para transformar los obstáculos de la naturaleza en beneficio de sus necesidades. Vale decir, que cada pueblo ha desarrollado una cultura de acuerdo a sus intereses, aunque hoy, con la globalización, estos límites han quedado muy diluidos. 

Es de esperar que la racionalidad se imponga sobre el fanatismo nacionalista catalán, de lo contrario seremos testigos de cómo se crea un estado totalitario bajo el impulso de ideas demenciales.

jesus.ruiznestosa@gmail.com

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...