Postergado pero alentador despertar

Las cosas buenas se hacen esperar, afirma un antiguo refrán. La rebelión de los estudiantes, tanto secundarios como universitarios, se hizo esperar bastante, pero finalmente tomó las calles y los centros educativos con una fuerza impresionante. El movimiento juvenil está sacudiendo las bases de un sistema educativo mal concebido, mediocremente realizado y con raquíticos resultados. Hoy los gritos de protesta son fuertes y claros, pero ¿tendrán consecuencia en un futuro inmediato?

Cargando...

 Los chicos y chicas de los colegios tienen toda la razón del mundo cuando cuestionan la baja calidad académica y la pobre infraestructura física del sistema educativo nacional. Muchos locales escolares se caen a pedazos, los equipos pedagógicos son obsoletos, la capacidad de los docentes va de regular para abajo, la merienda escolar aparece y desaparece, etc. En estas condiciones, el ideal de una educación pública universal, gratuita y de calidad académica es una utopía por ahora inalcanzable.

En las universidades públicas la situación no está mucho mejor: la corrupción ha hecho estragos por todas partes. El nepotismo es una antigua lacra que ha llenado las facultades con parientes cercanos a rectores y decanos. Desde hace décadas, los rubros de profesores han sido utilizados como cupos políticos para colocar gente amiga en cargos docentes reales o inventados. Hasta buenos salarios de “investigadores científicos” se han utilizado para beneficiar a gente que con suerte apenas sabe leer.

Con mucha razón, los jóvenes universitarios exigen cambios profundos en los cargos directivos y en las estructuras de funcionamiento de las universidades públicas. La gente que ha estado robando durante años los fondos destinados a la educación superior debe ser apartada de sus cargos y sancionada según dictamine la justicia. El problema de fondo es que la corrupción ha gozado de impunidad durante tanto tiempo que, si se va a echar a todos los corruptos, no queda casi nadie. Habría que cerrar la casa y empezar de cero.

Tal solución drástica no es viable. No se puede despedir a miles de docentes y funcionarios administrativos de todas las universidades públicas por una doble razón: el Código Laboral no lo permite y se necesitaría mucho, demasiado tiempo para poder crear y formar una nueva generación de docentes y administradores honestos y capaces. Los buenos profesores y los directivos éticos y eficientes no se consiguen en cualquier supermercado.

Entonces, aunque no suene bien ni sea una posición simpática, en educación los procesos requieren su debido tiempo. Hay que trabajar bastante y al mismo tiempo tener mucha paciencia. Recordemos: las cosas buenas se hacen esperar. Lo importante es tener los objetivos claros y empezar a dar los pasos en la dirección correcta, pero sabiendo que no hay atajos milagrosos. La revuelta estudiantil es gratificante y saludable, pero las soluciones son difíciles y graduales. Si no comprendemos esto, la ansiedad por obtener logros inmediatos nos puede jugar una mala pasada.

ilde@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...