Re-reelección

El Congreso adecuó la ley para que los intendentes puedan ser reelectos una sola vez, ya sea al final de sus mandatos o en forma alternada, es decir que si ya fueron antes intendentes puedan volver a ser. En ambos casos, por única vez, lo que significa que nadie puede administrar un municipio más de dos períodos, según la nueva ley.

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El tema fue llevado a la agenda parlamentaria debido a que muchos políticos que alguna vez fueron intendentes tienen intención y voluntad de volver a ser, pero no podían por la traba que implicaba la ley anterior que autorizaba solo la reelección para el siguiente ejercicio, pero no para los siguientes. De más está decir que ciertos parlamentarios tenían intereses creados en el tema dado que ya tenían en mente a sus candidatos a intendente.

Se encontró entonces el texto más apropiado para autorizar una reelección, inmediata o alternada por otro período. Se dejó conforme de esa forma a los políticos interesados específicamente en el tema y de paso se habilitó la discusión sobre el siempre polémico asunto de la reelección, como que por qué los intendentes y los legisladores nomás pueden ser reelectos y no los gobernadores y el presidente de la República.

Pero el tema aún estaba distante del escenario que hoy vivimos y por ende no se podía percibir la totalidad de la compleja trama que depara el futuro. De pronto salta detrás de todo esto el interés hasta entonces dormido de los gobernadores de pretender también la reelección, aunque con esta pretensión sea ineludible hablar de reforma constitucional, que al hacerlo involucra la cuestión de la reelección presidencial.

No termina ahí la cosa, puesto que los intendentes ya reelectos encontraron también de pronto que necesitan de un tercer período para “completar sus proyectos históricos” y reclaman lo que se conoce como re-reelección, amparados en el principio de no retroactividad de las leyes.

Y ahora el asunto entró ya de lleno en los vericuetos de las internas coloradas y liberales, donde hay importantes actores políticos del interior del país que pisan fuerte en las cúpulas de sus partidos y al mismo tiempo pretenden forzar una interpretación de la ley para que puedan gobernar durante tres períodos.

Hasta hoy no existe una definición ni en la Junta de Gobierno de la ANR ni en el Directorio del PLRA sobre qué hacer al respecto, pero hay una tendencia a “permitir” que los interesados se rebusquen por una salida política a este asunto legal sin objetar la interpretación de que los que ya cumplieron dos mandatos puedan acceder a un tercero.

Sin embargo, es prácticamente imposible que el caso no vaya a parar a la Corte Suprema de Justicia por la vía de la supuesta inconstitucionalidad de la ley, donde –como se sabe– esperan ansiosos algunos ministros elegidos para ser sometidos a juicio político, los pedidos de favores de la clase política para llevar sus casos a estrados de negociación.

De modo que es muy probable que del enjuague salga, una vez más, la doctrina de Jeremías: “jajapo la ikatumía ha ja’upa la oîmía”. Es decir, se les da a los intendentes su pedido y se les exonera a los ministros del juicio político, para luego discutir si es posible o no la reelección de gobernadores y del presidente de la República.

Con este vaivén de las reglas de juego es muy poco lo que lograremos avanzar en el mejoramiento de la calidad de nuestra democracia. La clase política, cada vez más adecua su accionar a los parámetros corporativos y mueve y ajusta las normas a los intereses de grupos de cúpula, con lo cual se distancia de la ciudadanía para confinarse peligrosamente a un retiro autista.

En este caso no rige el principio filosófico chino de la negación de las estaciones caminando hacia atrás, porque en vez de rejuvenecer tal como sucede con aquellos, nosotros retrocedemos y envejecemos democráticamente de esa forma.

ebritez@abc.com.py

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