Rescatar al Amambay

El departamento de Amambay posee una belleza geográfica impresionante con naturaleza exuberante compuesta por majestuosas cordilleras, reservas boscosas, siete ríos y arroyos cristalinos que riegan su territorio. Además, está marcado por la sangre de la bravura guaraní en el “altar de la patria” Cerro Corá, donde se libró la última batalla de la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870) y que acabó con la muerte del mariscal Francisco Solano López a orillas del río Aquidabán.

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Esa riqueza histórica y la belleza del territorio del décimo tercer departamento que podrían ser explotadas turísticamente se ven ensombrecidas por la violencia extrema de una mafia foránea y sangrienta que se enseñorea en la frontera ante la nula presencia del Estado paraguayo.

Es inaceptable que todo un departamento de nuestro país, donde una mayoría absoluta de sus habitantes es trabajadora y pacífica, tenga que sobrevivir en medio de la violencia ejercida en su mayor parte por criminales y traficantes de drogas de origen brasileño, que tomaron el control del crimen organizado comprando conciencias y acallando a balazos a aquellos que se niegan a ser utilizados por ellos.

Estos delincuentes se multiplican como plagas y aplican sus leyes en las calles de los barrios de los distritos del departamento, principalmente Pedro Juan Caballero y Capitán Bado. Deambulan armados hasta los dientes con poderosas armas de guerra para imponer sus voluntades a sangre y fuego, sin que ninguna autoridad nacional mueva un dedo para detenerlos y expulsarlos de nuestro país.

Cada vez que muere una persona medianamente conocida o importante se vuelven a escuchar las famosas frases “este crimen no quedará impune” o “no descansaremos hasta dar con los autores de este crimen” que expresan jefes policiales, fiscales y autoridades políticas. No son más que palabras vacías llevadas por el viento, ya que ninguna autoridad departamental y mucho menos nacional ha dado importancia real a la situación de inseguridad permanente que sufre desde hace décadas la sociedad honesta del Amambay.

Los sucesos sangrientos de la semana pasada son un claro ejemplo de la inseguridad galopante que impera en Amambay. Un total de cinco homicidios se registraron en la frontera, cuatro en el lado paraguayo y un policía brasileño abatido en Ponta Porã, localidad separada por la línea internacional de la capital departamental, Pedro Juan Caballero. Son como mensajes de la mafia que impone su voluntad a fuerza de balazos en esta parte del país.

Los narcos brasileños impusieron sus reglas a fuerzas de dólares para comprar a las autoridades y a fuerza de balas a aquellos que osan desafiarlos, ante la inutilidad y más bien complicidad de autoridades venales que tienen la responsabilidad de brindar seguridad a los habitantes de esta parte del país.

En la frontera entre Paraguay y Brasil, en la línea de Amambay, en forma paralela ejercen su poder los mafiosos brasileños del Primer Comando da Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV) sin que nadie reaccione para frenarlos.

Todos los habitantes de la frontera somos conscientes de esa realidad, así como las autoridades asignadas a la región. Sin embargo, por la complicidad de los funcionarios de las instituciones de seguridad con los delincuentes y el temor al que los sanguinarios delincuentes someten a la población permite que el dominio sea prácticamente total. Aquellos que hablan “de más” tienen aseguradas unas ráfagas de potentes armas de parte de estos indeseables criminales.

Es hora de poner fin, de marcar territorio para darles paz a los amambaienses. Es el momento de que las autoridades rescaten al Amambay de las garras de estos mafiosos brasileños que usan nuestro frontera como guarida. Es el momento de que el Estado se haga presente en la zona y de una vez por todas haga respetar nuestra soberanía.

Mientras eso no ocurra, seguiremos contando muertos y observando temerosos y cómplices las macabras acciones del PCC y del CV en la región.

candido@abc.com.py

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