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Los manifestantes reclaman participación efectiva en la toma de decisiones y un manejo democrático de la institución, como si esta fuese un ente público y político, y no una organización privada confesional. Todas las religiones tienen una estructura jerárquica, en la cual la autoridad máxima es un Ser Supremo cuya voluntad se conoce a través de las autoridades superiores de la Iglesia, en orden piramidal: el Papa, los cardenales, las conferencias episcopales, los arzobispos, los obispos, los sacerdotes, las monjas y, en la base, los feligreses. Es una cuestión de fe, no de principios democráticos. Lo de un estudiante un voto y un obispo un voto no es aplicable a la Iglesia Católica ni a la judía, la musulmana, la evangélica, etc.
En su estatuto, la Universidad Católica se define como “servicio y contribución de la Iglesia, una institución educativa, sin fines de lucro, creada por la Conferencia Episcopal Paraguaya y erigida por la Santa Sede, que tiene por finalidad consagrarse a la causa de la Verdad, sirviendo a la dignidad del hombre y a la causa de la Iglesia”.
Expresa también: “Como Universidad Católica, se propone servir de mediación institucional al diálogo y al encuentro entre las exigencias del mensaje cristiano expresado en el Evangelio, el Magisterio de la Iglesia y todas las manifestaciones de la cultura”. Su característica esencial es la evangelización de la cultura en el diálogo de la fe católica con la ciencia y la vida.
Otro objetivo: “La formación de los estudiantes en un profundo sentido ético de la profesión y de servicio solidario en la promoción de la justicia, y a testimoniar su fe ante el mundo como discípulos misioneros”.
¿Qué dice el estatuto de los profesores? “Los Docentes católicos están llamados a ser testigos y educadores de una auténtica vida cristiana que manifiesta la lograda integración entre fe y cultura, entre competencia profesional y sabiduría cristiana”.
Como universidad, la enseñanza y la investigación se realizan respetando la libertad de cátedra y la pluralidad en los enfoques científicos, pero siempre preservando la identidad católica de la institución.
Los estudiantes y docentes que opten libremente por ingresar a la Universidad Católica deberían ser conscientes de que están accediendo a una institución religiosa, propiedad de la Iglesia Católica, con estatutos y el Rector aprobados por la Santa Sede y en donde no se puede cuestionar la autoridad del Arzobispo ni, menos aún, de la Conferencia Episcopal Paraguaya.
La educación superior es una legítima aspiración de miles de jóvenes y existen 56 universidades legalmente habilitadas. Quien opte por la UC debería saber que es una institución religiosa, regida por los obispos locales y la Santa Sede. Los que no quieren saber nada de curas, de la Iglesia ni del Vaticano, simplemente deben inscribirse en otra universidad.